¿De qué hablar hoy cuando nos invitan a hablar de mujeres, feminismos o violencias de género? Como si hubieran estado en una olla a presión—y uso esta trillada metáfora por lo cotidiana que nos resulta—, han emergido con fuerza todos los temas, las reivindicaciones, las quejas: la violencia y el acoso sexual, especialmente en ámbitos laborales, la ausencia de mujeres en diversos espacios públicos de discusión, la paridad en la participación política, las brechas salariales. Cada vez reconocemos nuevos escenarios de discriminación y aparecen entonces nuevas luchas.
Medellín y Antioquia se encuentran en un penoso retroceso frente a la medición de indicadores de transparencia, contratación, prevención de la corrupción y rendición de cuentas.
El inicio de 2018 no fue bueno para Medellín. Varias situaciones nos siguen alertando sobre problemas que desafían la ciudad y que, a nuestro modo de ver, requieren atención y debate ciudadano: el número de personas asesinadas, la estrepitosa caída en el Índice de Gobierno Abierto, el cambio en la dirección de la Unidad Municipal de Víctimas y las razones expuestas por la Administración para justificarlo.
Si bien compartimos el espíritu del informe de seguimiento del Instituto Kroc, que considera este como uno de los procesos de paz con el porcentaje de cumplimiento más alto en menos tiempo en el mundo; pensamos que su implementación presenta graves problemas que pueden hacer fracasar este importante esfuerzo de democratización.
Poner el énfasis en las víctimas, no garantiza llegar a una visión compartida ya que no todas fueron victimizadas por los mismos actores ni experimentan los mismos traumas.