Nos negamos a aceptar que se asuma esta pandemia como una guerra, con ejércitos, con héroes, batallas y pérdidas de derechos. Estamos convencidas de que podremos asumir este gran desafío si nos enfocarnos en el cuidado, en cuidar y cuidarnos como humanidad y como sociedad, y para lograrlo debemos, entre otras cosas, impedir que en la pandemia se afecte la democracia.
Todos los grandes logros de Medellín, hoy de fama mundial (inesperadamente), han generado una extraña sensación de que ya llegamos, de que ya estamos “al otro lado”, de que ya salimos de esa profundidad inmensa de nuestros grandes males: violencias, inequidad, falta de oportunidades. Y no es así: apenas estamos en el momento en que debemos emprender las soluciones estructurales para enfrentarnos a esos tres grandes desafíos.