Juan Fernando Sierra
Subdirector de Corporación Región de 1994 a 1997, socio desde 1996, integrante de la Junta Directiva en diversos periodos y consultor en gestión de la organización.
La Corporación Región es una inteligencia colectiva que desde la sociedad civil contribuye a la construcción de lo público y de ciudadanías críticas pensando la ciudad, los territorios, los sujetos con los que interactúa y pensándose a sí misma. El resultado de ese pensar es el conocimiento que la Corporación produce para orientar su propia acción y contribuir a orientar la acción de otros.
Gestión de conocimiento en las organizaciones de la sociedad civil
Reflexiones desde la Corporación Región
La celebración de los 30 años de existencia de la Corporación Región, es una oportunidad para compartir algunas reflexiones que he sistematizado sobre la gestión del conocimiento, en estos 26 años de pertenencia2, como directivo, socio y consultor.
1. Construcción de la sociedad y gestión del conocimiento
Región es un actor de la sociedad civil, una inteligencia colectiva, con independencia y proyecto político propio. Con sus acciones contribuye a la formación de una ciudadanía comprometida con la construcción de la paz, aporta al fortalecimiento de la democracia, a la garantía plena de derechos, a la equidad de género y a la defensa de lo público. La Corporación piensa la ciudad, los territorios, los sujetos con los que interactúa y se piensa a sí misma, desde actitudes y sentimientos favorables a la pregunta, la indagación, la información, la reflexión y el debate, alrededor de los asuntos que se definen como claves y estratégicos.
El resultado de este ejercicio sistemático de pensar y pensarse, es la comprensión y la producción del conocimiento que encauza su acción, y contribuye a orientar su incidencia y la de otros actores sociales y políticos, en el Estado, en las organizaciones y en la ciudadanía para construir propuestas de solución, en aspectos micro y en las políticas públicas del nivel local, regional y nacional.
Esta gestión del conocimiento, propia de un actor social y político reflexivo, al ser producido, circulado, recogido y aplicado, se constituye en parte del capital social y cultural de la sociedad civil y de las ciudadanías críticas. Es un aporte sustantivo a la democracia, a la participación consciente y crítica que confronta la adhesión a consignas, a mentiras y verdades a medias, propagadas desde las intenciones comunicativas de fanatismos como el de la postverdad.
2. El conocimiento producido
Cinco grandes rasgos resumen las características centrales de este conocimiento (Corporación Región, 2017):
a. Políticamente pertinente. Es un conocimiento situado, es decir, adecuado y oportuno para el contexto histórico, la población y los territorios a los que se articula el proyecto institucional. Se produce en y para la acción social y política en un mundo globalizado, desde la sociedad civil en una perspectiva proactiva y propositiva. Sus objetivos estratégicos se ubican en la comprensión de la sociedad y la formulación de propuestas que contribuyan a que “otro mundo sea posible”, y a lograr una sociedad justa, democrática y en paz, como indica su visión. Este conocimiento que favorece a los grupos vulnerables y es transversal a las otras líneas de acción de Región: la formación, la deliberación pública, la comunicación, la intervención en la construcción de políticas públicas y su apuesta por la interacción y articulación, refuerzan la estrategia de gestión del conocimiento.
b. Éticamente coherente. No es un conocimiento neutral, está atravesado por el ideal ético y los valores que nos animan: cuidado, consideración, responsabilidad y reconocimiento de la dignidad humana y de los derechos humanos; y al mismo tiempo garantiza la integridad del proceso de producción, el respeto a sus participantes y procura una acción sin daño.
c. Epistemológicamente crítico. Es un conocimiento crítico enmarcado en un paradigma de las ciencias sociales nombrado por Boaventura de Souza Santos como “epistemología del Sur” (Santos, 2009) que involucra enfoques como el socio-critico, el poscolonial, el hermenéutico y el de la complejidad.
d. Validado por la academia y construido colectivamente. Este conocimiento es riguroso, legitimado en los ámbitos del saber académico. Se entabla un diálogo fluido con las dinámicas sociales y políticas a las que pretendemos aportar y su producción es colectiva en las diversas formas del intercambio de saberes con la ciudadanía, representada en organizaciones y personas participes de su accionar y otros actores sociales y organizaciones de la sociedad civil y la academia, universidades y centros de investigación. El trabajo investigativo realizado en el marco de proyectos colectivos en redes y alianzas, es un rasgo característico de esta producción intelectual.
e. Conocido, utilizado, de calidad y sostenible. El concepto de gestión de conocimiento es una opción consciente: se difunde y divulga lo elaborado para que sea ampliamente conocido y utilizado por la Corporación y por otros actores de la sociedad y se procuran las condiciones para que dicha producción, cumpla con los estándares institucionales y cuente con los recursos y condiciones para su sostenibilidad en el tiempo.
3. Temas de conocimiento
Cuatro grandes asuntos han sido campos de trabajo de Corporación Región (Sierra, 2018):
a. La transformación de la educación y de la escuela, en lo relativo a mejorar la calidad, garantizar el derecho a la educación y, la convivencia, la paz y la democracia en la escuela.
b. Los Derechos Humanos, las violencias y la construcción de la paz en cuestiones como: formación; construcción de la paz territorial; compresión de las violencias, el miedo y la criminalidad urbanas; mediación de conflictos, justicia comunitaria, la memoria del conflicto armado, derechos de las víctimas, desplazamiento forzado y migraciones.
c. El ejercicio de la ciudadanía en la gestión de la ciudad en: planeación y desarrollo local, presupuesto participativo, control y veeduría ciudadana, participación ciudadana en la construcción de políticas públicas, organización y participación juvenil, políticas urbanas y derecho a la ciudad; políticas sociales, desigualdad, exclusión y pobreza urbana; entre otros.
d. La gestión estratégica de las Organizaciones de la Sociedad Civil. Aunque no haya una mirada analítica de conjunto, la gestión en la Corporación ha sido sistemáticamente pensada. Cabe destacar el ejercicio constante de elaboración de planes estratégicos a tres o cuatro años acompañados de seguimiento y evaluación de prácticas específicas. Existe una conceptualización sobre el modelo de acción de Región que fundamenta teóricamente las distintas labores que se realizan. Hay un conjunto de políticas que recogen el conocimiento y orientan el accionar en materia de sostenibilidad y gestión administrativa y financiera, no ha sido poca la reflexión que ha desarrollado la Corporación sobre si misma y sobre las organizaciones de la sociedad civil a lo largo de su historia, especialmente en momentos críticos.
4. Producción, Circulación, Apropiación y Uso del conocimiento
Seis han sido las grandes formas de creación de conocimiento:
a. La investigación. Concebida como indagación metódica y sistemática de un tema con el fin de generar nuevo conocimiento. Desde sus inicios lo hemos hecho con rigor académico al punto de convertirnos en un Centro de investigación reconocido por Colciencias y hacer parte de organismos internacionales de ciencias sociales como Clacso. (Corporación Región, 2017)
b. La sistematización. Ha sido una práctica de reflexión minuciosa sobre las experiencias y procesos, orientada a la construcción de aprendizajes y a la producción de nuevo conocimiento. Aunque no hay una política institucional en la materia, contamos con decenas de ejercicios de sistematización de proyectos realizados desde los años 90. Algunos son tesis de grado, otros contratados por programas gubernamentales, o incluidos en los proyectos financiados por agencias de cooperación internacional, y también, en el marco de alianzas interinstitucionales. En estos esfuerzos se han aplicado diversos enfoques y metodologías desde la mirada de la sistematización como “reflexión crítica sobre la práctica” (Jara, 1998).
c. La ensayística. Es la construcción de un texto que explora, analiza, interpreta o evalúa temas. Región ha producido centenares de documentos, ponencias, artículos de revista, editoriales materiales para la discusión interna, informes de consultorías, libros, capítulos de libros, folletos, que expresan reflexiones y opiniones en los diversos asuntos del quehacer institucional.
d. La producción de herramientas pedagógicas. En muchos proyectos se cuenta con elementos didácticos para el uso directo de agentes y asistentes. La construcción de materiales, en algunos casos publicados como libros, folletos o cartillas, sirven de guías conceptuales y metodológicas y aportan a facilitadores y participantes en el desarrollo de las propuestas pedagógicas. Los diseños didácticos implican una reflexión y un conocimiento no siempre explícito; hay algunos textos que buscan sistematizar las claves pedagógicas con las cuales viene trabajando la Corporación (Corporación Región, 2009).
e. La elaboración de propuestas y proyectos. Sola y en el marco de redes y alianzas, Región ha generado documentos dirigidos a la realización de acciones puntuales, programas complejos y de incidencia en políticas públicas de diverso orden territorial y temático. Los conceptos y propuestas prácticas contienen implícito o explicito, el valioso acerbo conceptual propio.
f. Las piezas comunicativas. La construcción de estas herramientas cuyo objetivo es llevar mensajes a la sociedad de manera clara y efectiva, promover campañas, generar opinión, reforzar el trabajo de los proyectos etc., implica un ejercicio intelectual y creativo significativo cuya complejidad se expresa, en las discusiones que atraviesan al Comité Editorial y a los equipos de comunicación que han asumido esta tarea en la Corporación desde sus inicios.
Este conocimiento se ha puesto en circulación a través de:
a. Publicaciones físicas: libros, series como Palabras Más, Pensamientos, la revista Desde la Región y, folletos pedagógicos, entre otros.
b. Publicaciones virtuales: la página web (www.region.org.co) y la presencia en redes sociales como Facebook y twitter, que son las más destacadas.
c. Son incontables las ponencias, socializaciones, artículos de revista y documentos no publicados que circulan en discusiones internas, foros y seminarios, y las tesis de grado elaboradas teniendo como referencia distintas prácticas de la Corporación.
d. Hoy, en proceso de ser ordenado y sistematizado, reposa nuestro archivo documental en la Universidad Nacional de Colombia, sede Medellín. Además de las publicaciones escritas hay centenares de piezas audiovisuales que también, recogen parte de la producción de conocimiento de la organización.
e. Política y Comité Editorial. Este lineamiento y esta instancia, existen y operan con la tarea de: orientar, proponer, velar, proteger y cualificar lo que se dice públicamente y cómo se dice, tanto en los textos como en las piezas visuales y audio– visual que se divulgan. Desde siempre en Región ha existido previsión y especial cuidado por la claridad en la trasmisión de las comunicaciones y mensajes.
El conocimiento producido y el esfuerzo invertido, han sido valiosos para la comprensión calificada de los problemas, insumo importante para el debate público, y aporte a la construcción de políticas públicas y a la formulación de proyectos. El bagaje conceptual y metodológico se ha incorporado en los proyectos institucionales, sus objetivos, narrativas, estrategias y ejecuciones.
5. Dificultades en la producción de conocimiento
Las principales limitaciones experimentadas en esta labor han sido:
a. Precariedad de recursos para la investigación. Esta actividad para que pueda ser sistemática y de calidad, requiere la dedicación de al menos, un equipo de trabajo que desarrolle proyectos investigativos (no es suficiente con que personas que hacen intervención social, investiguen), y condiciones locativas y técnicas (equipos, herramientas, software) pertinentes para esta labor. La financiación de estos proyectos ha contado con recursos nacionales, provenientes de entidades como Colciencias o el Centro Nacional de Memoria Histórica y de entidades de cooperación internacional como el IDRC de Canadá o CLACSO. La reducción y la competencia por los recursos de estas fuentes, ha limitado las posibilidades de la investigación en Región y en organizaciones similares.
b. Dispersión o ausencia de un lugar para la investigación en la estructura organizativa. No hemos contado, a lo largo de la historia con un espacio único para esta labor: fue Programa3 de investigación desde sus inicios hasta mediados de la década del 2.000, finalizando la década del 2.000 y hasta mediados de esta década existió el “área de investigación" cuyo propósito era hacer una reflexión más sistemática sobre la actividad. Pero aunque estaban “el programa y el área” también, ha existido una comisión de investigación conformada por integrantes de la Corporación, investigadores y algunas personas invitadas desde la academia, además, siempre se han adelantado investigaciones ligadas a los diversos programas. Si fuese un espacio especializado agruparía la investigación en él, su ausencia dispersa la actividad, y arriesga a que se pierda la sistematicidad de la reflexión.
c. La calificación profesional. A los equipos de investigación se les exige cada vez mayor cualificación, lo que implica contar con profesionales con doctorados y maestrías, pero dada la limitación de recursos para la investigación, se dificulta contratar personas con estos perfiles que acepten salarios no acordes a sus expectativas. Y para quienes ya investigan sin los títulos exigidos, las condiciones de acceso a estas calificaciones son precarias.
d. Hay más saber que conocimiento sistematizado. La reflexión sobre la práctica, aunque creciente, ha sido un ejercicio irregular. Siempre hay conocimiento incorporado a las acciones, pero no siempre ese conocimiento es reconocido, explicitado y recreado por la reflexión sobre la práctica. En muchos casos la información de los proyectos se recoge en informes narrativos sobre la práctica, pero no en un análisis crítico de la misma. Uno de los efectos de esta dificultad, es que mucha parte del conocimiento que se pone en juego en las prácticas, está más en la cabeza de los profesionales que sistematizado en textos académicos o pedagógicos. Hay un “saber hacer” de Región de una gran riqueza pero débil en sistematización, lo que hace más dispendiosa la construcción de nuevas propuestas y productos para ofrecer a otros actores de la sociedad.
6. Retos del presente y futuro próximo para la producción de conocimiento
Son desafíos complejos y diversos:
a. La construcción de autonomía económica. Esto significa contar con recursos para hacer investigación sobre los temas centrales para la Corporación, en un contexto nacional que restringe los rubros para esta actividad y las fuentes internacionales no son de fácil acceso.
b. Producir conocimiento desde y en medio del activismo social y político. Organizaciones de la sociedad civil como la nuestra no se pueden dedicar principalmente a producir conocimiento ya que tienen una gran responsabilidad en la intervención social y política, pero no pueden descuidar esta labor porque es el sustento y fundamento de su acción. Mantener el equilibrio supone una gestión permanente de la tensión entre estas dos fuerzas lo que implica creatividad, inteligencia y tiempo.
c. Construir ciudadanías críticas y democracia en medio de la globalización neoliberal. La crisis de la democracia liberal (Castells, 2018), los procesos masivos de identificación alrededor del consumo, los neoconservadurismos éticos y culturales, los virajes a la derecha de muchos sectores de la sociedad y, la difícil y desafiante construcción de una paz sostenible y duradera en Colombia.
d. La articulación de saberes múltiples. La construcción de una ecología de saberes (Santos, 2009) que reconozca los saberes ancestrales, el saber del sentido común, el saber proveniente de las prácticas y que permita conectarlos con la producción científica, académica, artística, espiritual y filosófica; así mismo hacer el cruce y vincularlos, dándole un lugar destacado a la sabiduría en el mundo del conocimiento, y permitiendo nuevas formas de interacción entre teoría y práctica. Todo ello es posible sólo en el marco de una visión más compleja de la realidad, en la perspectiva propuesta por Edgar Morín, entre otros.
e. Relacionar los distintos componentes de la gestión del conocimiento, en especial un mejor uso y apropiación del conocimiento producido, en la acción social y política de estas organizaciones y de aquellas a las cuales este conocimiento resulta útil.
f. Constituir alianzas estratégicas o uniones temporales con otras organizaciones para ejecutar proyectos específicos en el ámbito regional, nacional e internacional, desde procesos más colectivos de producción de conocimiento interinstitucionales e interdisciplinarios.
g. Aportar al cierre de la brecha cognitiva en la sociedad del conocimiento. La desigualdad económica y de poder se soportan en dichas brechas cognitivas, para cerrar unas hay que cerrar las otras. Poner el debate público sobre el tema y su relación con el derecho a la educación y a la información es parte de nuestra tarea.
Castells, Manuel. (2018). Conferencia: La crisis global de la democracia liberal. Disponible en este enlace. Octubre 15 de 2018
Corporación Región, Área de pedagogía. (2009). Serie Palabras Más N° 12. Medellin, Corporación Región.
Corporación Región. (2017). Política de investigación. Documento para discusión interna.
Santos, Boaventura. (2009). Una epistemología del sur. México, S XXI – Clacso
Jara, Oscar. (1998). Para sistematizar experiencias. Costa Rica, Alforja
Sierra, Juan Fernando. (2018). Propuesta de formación ciudadana para el Centro de Estudios Región. Resultados de Consultoría. (Documento interno).
Gestión, conocimiento, organizaciones sociales, sociedad civil.
1 Subdirector de Corporación Región de 1994 a 1997, socio desde 1996, integrante de la Junta Directiva en diversos periodos y consultor en gestión de la organización.
2 Durante la formulación de una “Propuesta de formación ciudadana para el Centro de Estudios Región” (2018) hice una revisión exhaustiva de las publicaciones y proyectos realizados desde su fundación; aparecerá citada como (Sierra, 2018).
3 Definido asì en su momento: “Unidad operativa que agrupa proyectos afines en relación a un tema o a una estrategia de acción como la investigación”.
Ana María Jaramillo
Socióloga, Magíster en historia e Investigadora Emérita, Ana María Jaramillo ha realizado aportes significativos a la comprensión del desplazamiento forzado, el conflicto armado, las violencias, y la criminalidad urbana en Medellín, Antioquia y Colombia. Socia fundadora de la Corporación Región.
La indagación por las violencias urbanas ha ocupado un lugar importante en la labor investigativa que la Corporación ha desarrollado desde el momento de su fundación y hasta el presente. En este artículo se hará referencia a los aportes contenidos en varias publicaciones y tomando en consideración su novedad, pertinencia y con el estado del conocimiento sobre los asuntos en cuestión. Con base en estas consideraciones y en diálogo con los retos que plantea la construcción de paz en el país y en la ciudad se hará referencia a temas que deberían ser objeto de particular atención en el que hacer investigativo.
"De las ilusiones que me hago a alguna llego.
Yo no nací para morir antes de estar muerto. Olvídese. Así
como no me quedé en la pared de una esquina pegado de grafiti
en fondo de pantalla para un video.
Nada está perdido para mí”.
(Helí Ramírez)
Definir la palabra violencia se dificulta debido a la diversidad de significados y valoraciones de las cuales es objeto. Esto explica los múltiples intentos que desde las ciencias sociales se hacen para precisar sus características, modalidades, impactos y su dimensión simbólica, en relación con las circunstancias históricas en las que se inscribe.
En 1985 la Comisión de Estudios de la violencia, designada por el gobierno de Virgilio Barco (1986-1990) para realizar un diagnóstico en el país, sentó un precedente al optar por una definición con acento en el uso de la fuerza física (violencia letal). Con respecto a los factores explicativos, la Comisión hizo un llamado a renovar las interpretaciones de la violencia como un fenómeno relacionado no solo con lo político (como había ocurrido hasta el momento) y abrirse a otros campos como el social, cultural y económico que no excluían la dimensión política pero la sobrepasaban; con ello se aspiraba a aportar diferentes elementos de análisis sobre los nuevos fenómenos de violencia, como la emergencia del narcotráfico en contextos urbanos. (Comisión de Estudios de la Violencia,1988)
Región, desde su trayectoria investigativa, comparte la perspectiva esbozada por la Comisión en lo concerniente a la violencia urbana y reconoce la investigación como un factor central del modelo de acción, articulado con otros componentes como el impulso a procesos de deliberación pública, el diseño de estrategias pedagógicas para la formación de ciudadanías democráticas, el fortalecimiento de organizaciones y liderazgos sociales y, la incidencia en políticas públicas.
Fuente: El Colombiano, 2014
El punto de partida: El narcotráfico y los nuevos actores de violencia
El 23 de noviembre 1989 fecha de constitución de Región, coincidió con una sucesión de hechos de violencia agenciados por el narcotráfico que tuvieron como escenario a Bogotá y Medellín. Uno de los momentos más críticos de una violencia que parecía no tener fin… justo el día veintisiete del mismo mes, fue la explosión en el aire, de un avión Boeing 727 de la empresa Avianca, en inmediaciones del municipio de Soacha (Cundinamarca) que dejó 107 muertos y generó gran conmoción.
En esas circunstancias iniciamos una labor investigativa con el apoyo del CINEP, orientada a explorar lo que acontecía en los barrios afectados por el accionar de bandas y combos, y los motivos que impulsaban a una nueva generación de jóvenes, a formar parte de la estructura criminal de Pablo Escobar. La responsabilidad de presentar los resultados, recayó en el periodista e integrante del equipo de comunicaciones Alonso Salazar y se dieron a conocer en la publicación No Nacimos pa´ semilla (Salazar, 1990) que marcó un hito, en la investigación de la violencia urbana en el país.
En el texto y desde las voces de sus protagonistas, se exponen el complejo universo cultural y las condiciones de vida de jóvenes, hijos de una generación de migrantes que arribaron a la ciudad refugiándose de la Violencia en la década de los sesenta. A diferencia de sus progenitores, que luchaban por hacerse a un lugar en la ciudad, su rasgo distintivo era su estrecha relación con la violencia, ejercida con probada eficacia y arrojo.
Aunque el sicariato es el tema que atrae las miradas, en No Nacimos pa´ semilla se presenta el diverso panorama de los actores de violencia entre los cuales estaban: milicianos, guerrilleros e integrantes de combos; se formulan hipótesis explicativas sobre su perfil sociocultural y se incluyen testimonios de familiares y vecinos. En dicho texto además de la violencia, sobresalen ciertos valores y prácticas asociados a la “cultura paisa” pero también, a la modernización (sociedad de consumo) y la incidencia de sus condiciones de vida, marcadas por la marginación y la desatención del Estado, en la generación de un ambiente favorable a la aceptación del narcotráfico como opción de reconocimiento, progreso, y ascenso social.
La referencia a un aspecto central en la narrativa de esta generación de pistoleros a sueldo: su desapego por la vida, plasmada en la expresión que dio título al libro “No nacimos pa´ semilla”, suscitó la reacción de muchos jóvenes de las comunas que se convirtieron en los promotores del movimiento Sí Nacimos pa’ semilla y también, de reflexiones que alimentaron el debate público y la creación de espacios de encuentro, como El Seminario Violencia juvenil: Diagnóstico y alternativas promovido por Región, evento realizado en agosto de 1990, momento crítico para la ciudad ante la intensificación del accionar violento de los llamados Extraditables que en cabeza de Pablo Escobar, ejercían la máxima presión contra el recién posesionado presidente Cesar Gaviria.
Es de notar el significado de este evento en estas circunstancias, como respuesta a la estigmatización de la que era objeto la Comuna Nororiental, señalada como el fortín de Escobar y su aparato criminal y la contribución a visibilizar y reconocer el protagonismo de la juventud, impulsora de novedosas iniciativas de movilización por la defensa de la vida, y resaltar la capacidad de las instituciones y organizaciones sociales para ahondar en el análisis de las causas de la violencia, generar alternativas resultantes de procesos de deliberación y acuerdos en torno a objetivos comunes con perspectiva de largo plazo. (Corporación Región,1990)
Los hallazgos de Región sirven de referencia a otras investigaciones sobre la relación violencia- juventud, lo cual se traduce en avances para esclarecer los múltiples significados que para ellos reviste la violencia en su vida cotidiana, así como el reconocimiento de las muy distintas maneras de referirse a la muerte y, en la construcción de diversas memorias y formas de simbolizar, en los rituales, la música y otras expresiones artísticas. (Riaño, 2006) (Blair, 2005)
En otra publicación, “Mujeres de fuego” (Salazar, 1993) sobre los actores de violencia, se dan conocer los resultados de una indagación sobre experiencias de mujeres con la guerrilla, el narcotráfico, las milicias y de una madre que busca a su hijo desaparecido. Se devela allí una realidad desatendida, se controvierte la visión de la mujer como sujeto pasivo receptor de violencia y se aporta a la comprensión de las razones por las cuales, mujeres de diversa condición social ejercieron la violencia, así como los factores que motivaron replanteamientos e intentos de reconstruir sus vidas. En la presentación de este texto María Teresa Uribe manifestó, tanto su extrañeza al preguntar por qué sabíamos tan poco sobre esas realidades, como su complacencia al acceder a los testimonios de mujeres que hacen posible: “asomarse a la Colombia de hoy, a los abismos de la intolerancia, el autoritarismo y el irrespeto” y también, “inclinarse reverente ante el valor, la tenacidad y la dignidad con las cuales le habían hecho frente a estos tiempos difíciles”.
Apuntes para una historia del narcotráfico.
En medio de la intensa violencia que afrontó la ciudad a mediados de los ochenta y hasta la muerte de Escobar en 1993, nos preguntábamos: ¿En qué momento se jodió Medellín? ¿Qué tenía que ver con la crisis de la industria, con la ausencia de Estado, con la cultura paisa y en particular con valores y prácticas ejercidos por capos como Escobar y sus sicarios? Estos interrogantes motivaron la realización de numerosos eventos con la participación de académicos, escritores, periodistas, funcionarios públicos y representantes de organizaciones sociales y se dio curso a la deliberación y a la búsqueda de salidas. La realización del Seminario Alternativas de Futuro para Medellín es un buen ejemplo de ello.
El evento posibilitó tanto el encuentro entre la institucionalidad nacional, a través de la Consejería Presidencial para Medellín y diferentes sectores sociales, como la expresión y el debate de distintas miradas sobre las causas de la violencia, la consideración de diversas propuestas y la acogida a la iniciativa de un pacto social con fundamento en los consensos a los cuales se llegó. Región en coherencia con lo expresado en dicho evento, tomó la decisión de aceptar la invitación a acompañar las estrategias impulsadas por la Consejería Presidencial para Medellín, especialmente en lo relacionado con procesos organizativos de los jóvenes: Casas juveniles y estrategias comunicativas como Arriba mi Barrio, Lado A y Muchachos a lo Bien, que tuvieron un impacto positivo en la transformación del imaginario violento que se había construido en torno a los jóvenes y habitantes de estos barrios y comunas y, en la validación de opciones de vida diferentes a las ofrecidas por las organizaciones criminales.
A comienzos de los noventa Región continua explorando los factores explicativos de la violencia y realiza una investigación cuyos resultados, se dan a conocer en un texto titulado “Las subculturas del narcotráfico” (Salazar y Jaramillo 1992). La atención se centra en la caracterización de varios momentos relacionados con la emergencia y el auge del narcotráfico en la ciudad: Un primer período de asentamiento que marca la aparición de una generación de traquetos y pistolocos; luego una etapa de consolidación en la que se asiste a la configuración del proyecto político del narcotráfico y, la fase de la guerra que corresponde a la confrontación directa entre Escobar y el Estado hasta los inicios del gobierno de Cesar Gaviria (1990-1994).
A propósito de la atribución de la violencia y el auge del narcotráfico al ethos cultural paisa, en un apartado del texto en mención “la cultura: un nuevo espacio de reflexión”, se insta a tomar en consideración la forma en que estos fenómenos se inscriben en el contexto colombiano, como producto de procesos sociales específicos y en relación con el impacto de la urbanización y la modernización. Esta referencia es pertinente por la importancia que tres décadas después se le confiere a la cultura como factor explicativo del narcotráfico, tal como se evidenció en un foro realizado por el periódico El Colombiano en el marco de una iniciativa de construcción de memoria sobre el narcotráfico.
En la reflexión sobre los factores explicativos de la violencia, la ética fue objeto de atención; Región promovió un debate sobre la importancia de rescatar una ética ciudadana o ética civil que pusiera el respeto por la vida y la convivencia como centro de interés e ideal de justicia social y paz. En las memorias de un evento promovido por la Corporación se exponen diversos enfoques y fundamentos de esta ética y la necesidad de construir nuevos consensos que a manera de pacto, permitieran el respeto por aspectos básicos de la convivencia y enfrentar la crisis de valores generada por el narcotráfico (Fernández (Ed) 1991).
¿Y después de Escobar qué? Las transformaciones de los noventa
La disminución de los homicidios, la desarticulación de las bandas que estuvieron al servicio de Escobar, después de dos décadas de actividad, y la labor desarrollada por la Consejería Presidencial para Medellín, la institucionalidad local y las organizaciones sociales, abonaron a la generación de un ambiente de optimismo y de superación de la violencia en la ciudad; sin embargo, en la década del noventa asistimos a un reacomodo del narcotráfico y otros actores violentos. En aquel momento, no se tenía claro qué acontecía en la ciudad, sobre todo en los barrios más afectados por el accionar de las milicias y bandas. Esto motivó la realización de un nuevo proyecto de investigación de cuyos resultados da cuenta el libro: “En la encrucijada. Conflicto y cultura política en el Medellín de los noventa” (Jaramillo, Villa y Ceballos, 1998). Entre los hallazgos resaltamos:
Una aproximación a las denominadas Milicias en aspectos referidos a su caracterización, trayectoria y los impactos de su accionar en la proliferación de grupos armados, algunos conformados de manera espontánea y otros relacionados con las bandas que, a su modo, hicieron una réplica del modelo de vigilancia y los métodos de control instaurados por las milicias en sus áreas de influencia. Este acercamiento fue posible gracias a la interlocución del equipo de investigación con el encargado del acompañamiento al proceso de negociación de las milicias, en el campamento de Media Luna, corregimiento de Santa Helena entre los meses de febrero y mayo de 1994 con delegados del gobierno de César Gaviria, que culminó con la suscripción de un acuerdo con miras a su desmovilización.
Así mismo se aportan elementos de descripción y análisis sobre las formas de relación de la población con las milicias, mediadas tanto por el miedo y la expectativa de obtener protección frente a la amenaza que representaban la fuerza pública y otros grupos armados ajenos al barrio, como por la obtención de algún beneficio al servir de red de apoyo a sus actividades. Así pues en Medellín más que en otras ciudades este actor armado podía contar con condiciones más propicias para su arraigo entre la gente.
Aunque bajo circunstancias diferentes a la crisis de los ochenta, se vuelve a presentar en el acontecer barrial y en la ciudad, la incidencia de lo que identificamos como micro poderes armados de carácter autoritario y la incapacidad del Estado para ejercer el pleno monopolio de la fuerza, así como los efectos perversos de ciertas estrategias e iniciativas de mediación, promovidas desde la institucionalidad local.
Un giro en la mirada: Violencias y miedos sociales
Con el interés de establecer los impactos de dos décadas de zozobra, en las sociabilidades y en las formas de vivir la ciudad entre los habitantes de Medellín, así como su incidencia en el agravamiento de la discriminación y la estigmatización de ciertos grupos sociales, se realizó otro proyecto de investigación, fundamentado en el diseño y aplicación de un modelo conceptual y metodológico basado en el entendimiento de los miedos como construcción social y como un proceso mediante el cual se nombran amenazas, se afianzan representaciones del otro y también, nuevas formas de estar juntos.
En la publicación “Los rostros del miedo: Una investigación sobre los miedos sociales urbanos” (Villa, Jaramillo y Sánchez, 2003); se analiza la violencia del narcotráfico y la denominada “urbanización de la guerra en los hechos violentos acaecidos en la comuna 13. Se constata que la experiencia generalizada del miedo favorece el repliegue hacia lo privado; la construcción de geografías del miedo prescriben los usos de la ciudad y, producen narrativas y prácticas destinadas a marcar diferencia entre las “gentes de bien” contra sectores a los que se les atribuye la responsabilidad en la violencia y la degradación moral: atracadores, guerrilleros, narcotraficantes, paramilitares, milicianos, políticos y drogadictos.
De igual modo se logra establecer la función del miedo como generador de nuevas opciones de construcción de numerosas campañas orientadas a exaltar la inventiva de los paisas, su capacidad para sobreponerse a las dificultades y su amor por Medellín. La década del noventa marca un momento de auge en la conformación de comunidades o colectivos sociales que encuentran un factor de cohesión en las creencias religiosas, el cultivo de la espiritualidad y también, de iniciativas organizativas juveniles y comunitarias entre cuyos propósitos estaban, contrarrestar el impacto de la discriminación y la estigmatización como delincuentes y subversivos lo cual producía el cierre de sus oportunidades de empleo.
La apuesta comparativa: Medellín y sus violencias en el contexto latinoamericano
Para la década del 2000, los resultados de estudios sobre seguridad en ciudades de América Latina permitían establecer similitudes con respecto al Medellín de los años ochenta, en el aumento significativo en las tasas de homicidio atribuido a la emergencia de agrupaciones criminales con nexos con el narcotráfico. El investigador Robert Briceño (2007) al referirse a este panorama, se preguntaba ¿Qué ha pasado para que la ciudad de América Latina, lugar de sueños y esperanzas, se convierta en una amenaza para la mayoría de sus habitantes?
Para aportar luces al conocimiento de esta realidad y desde una perspectiva comparativa, se elaboró un proyecto de investigación que contó con el apoyo del IRDC y cuyo objetivo era el análisis comparativo entre actores y dinámicas de violencia y criminalidad en Medellín, Bogotá, Rio de Janeiro y Ciudad Juárez. Los resultados se encuentran en el texto “Ciudades en la encrucijada: Violencia y poder criminal en Río de Janeiro, Medellín, Bogotá y Ciudad Juárez. (Jaramillo y Perea. Eds. 2014) Con todo y las diferencias entre estas ciudades se identifican importantes similitudes entre ellas:
El narcotráfico como el mercado ilegal dominante del cual se derivan sustanciales márgenes de ganancia, junto con otras actividades ilegales y asociado a la constitución de agentes violentos que imponen un poder armado sobre diversos procesos de la vida urbana y en particular, en las barriadas en donde ejercen control de territorios y apelan a una combinación de fuerza y “consenso” (entendido como la capacidad de intermediación en conflictos, participación en actividades comunitarias) y cuya implementación no solo depende de su propia capacidad operativa, sino también, de la respuesta del Estado y los niveles de aceptación o rechazo entre la población.
Hay predominio de altos índices de impunidad (90%) cuyo factor clave es el enorme poder criminal y la limitada eficacia de políticas públicas y estrategias de seguridad- Dichas políticas logran de forma episódica, obtener resultados positivos en la disminución de los homicidios y en la relativa pacificación de las zonas con control de estructuras criminales, pero que no se logran consolidar debido a los cambios en las políticas y la fragilidad de los pactos de convivencia promovidos por líderes y organizaciones sociales, debido, entre otras razones, al incumplimiento de lo acordado y a las disputas entre organizaciones criminales por el control de mercados y territorios.
Esta investigación contribuyó al desarrollo de un campo de indagación sobre la relación violencia-criminalidad en contextos urbanos, cuestión que hasta la década del 2000 no tenía mayor importancia en el país, en buena medida, debido a la mayor atención conferida al conflicto armado. Pero son de notar los avances y la relevancia de las exploraciones sobre economías, y estructuras criminales y sus lógicas de actuación.
Una nueva mirada al pasado y presente. Conflicto armado y violencias en clave de memoria
A mediados de la década del 2000, aunque es evidente el poder que ejercen las organizaciones criminales, se aprecian cambios relevantes con relación a décadas anteriores; emergen las víctimas como actor de gran importancia, resultado de la iniciativa de organizaciones de víctimas que alzaron su voz en la ciudad e hicieron valer su derecho a la verdad, la justicia y la reparación, de lo cual son ejemplo las Madres de la Candelaria y la movilización de la población desplazada demandando respuestas, al amparo de disposiciones contenidas en la Ley 387 de 1997 para atender el desplazamiento forzado y el acuerdo por el cual se adopta la política pública para la prevención del desplazamiento forzado, la protección, reconocimiento, restablecimiento y reparación, en el municipio de Medellín (Acuerdo 049 de 2007)
Frente a este nuevo panorama, la Unidad de Víctimas, el Museo Casa de la Memoria y la Corporación Región, realizan un intercambio de ideas que concluye en la necesidad de construir un relato sobre el conflicto armado y las violencias en la ciudad, desde la perspectiva de la memoria. El resultado es la elaboración y gestión de una propuesta respaldada académica y financieramente por el Centro Nacional de Memoria Histórica, CNMH, entidad interesada en abocar lo acontecido en las ciudades por lo cual, la experiencia de Medellín ofrecía importantes pistas.
Para emprender el relato sobre la memoria histórica del conflicto armado y las violencias que ha vivido Medellín en el período 1980-2013, se conformó un equipo interdisciplinario con investigadores de la Universidad de Antioquia, Eafit y Región. Los hallazgos de este trabajo, se dan a conocer en la publicación del informe “Medellín Memorias de una guerra urbana” (CNMH, 2017).
En respuesta a las preguntas sobre ¿qué pasó? y ¿por qué pasó? y con fundamento en la metodología que posibilitó la participación de habitantes de la ciudad y de las víctimas, teniendo en cuenta su diversidad, se abordaron asuntos relacionados con los factores explicativos de la crisis que se fue generando desde mediados del siglo XX pero que se visibiliza y agrava, con la emergencia del narcotráfico y la aparición y trayectoria de otros actores del conflicto armado y la criminalidad en su relación con éstos. Se presenta una información novedosa sobre las cifras y el comportamiento de las diversas modalidades de violencia, de acuerdo con la periodización establecida. Es importante resaltar el reconocimiento de una variedad de respuestas y recomendaciones, en materia de verdad, justicia y reparación que desde la sociedad y la institucionalidad, se desplegaron para resistir y sobreponerse a los impactos devastadores de las violencias, agenciadas por una multiplicidad de actores que de una forma u otra la ejercieron.
Si bien con este informe se pone de presente la importancia de la ciudad en relación con las dinámicas del conflicto armado nacional, continúa siendo un tema marginal en el país. Un ejemplo reciente es la ausencia de referencia a lo urbano en el Acuerdo Final de Paz con las Farc. De ahí pues, la pertinencia del llamado del investigador Carlos Mario Perea a resituar la ciudad, y avanzar en la creación de una conciencia pública sobre su importancia estratégica que permita, superar la paradójica condición de la ciudad inviabilizada, en el universo del conflicto armado y entrampada en una visión de la seguridad como problemática, que poco o nada, ha tenido que ver con lo que acontece en el área rural (Perea, 2013).
Superar el divorcio campo-ciudad es esencial, máxime si se tienen en cuenta los impactos de las dificultades de seguridad y convivencia en la construcción de paz en las ciudades y, en el mejoramiento de la calidad de vida del 77% de la población colombiana que reside en ellas.
Este panorama plantea nuevos retos a la tarea investigativa. Gonzalo Sánchez, anterior director del CNMH, en el prólogo a la publicación resultante de una investigación comparativa sobre violencia entre las ciudades de Bogotá, Medellín, Cali y Barranquilla (Guzmán. Ed, 2019), subraya la necesidad de adelantar estudios que evidencien la singularidad de la ciudad, mostrando que ella produce violencias cuyas gramáticas no se reducen al conflicto armado pero que aportan la mitad de los homicidios a nivel nacional y, al mismo tiempo, sus conexiones con el conflicto armado. Al respecto invita a redoblar esfuerzos por comprender los procesos sociales que tienen lugar en ella, la perspectiva subjetiva de los distintos actores: las víctimas, los violentos, el desempeño del aparato policial y sus agentes, y el sistema penal, para poder encontrar su adecuación a la sociedad contemporánea.
En acuerdo con estos lineamientos pero considerando el difícil momento que afrontan las ciudades en materia de seguridad, llamamos la atención sobre varios asuntos igualmente necesarios:
Caracterizar las estructuras criminales que operan en las ciudades de Colombia, sus similitudes y diferencias; las fuentes de su poder en lo económico, político y social; la capacidad de respuesta del Estado y sus implicaciones en el diseño e implementación de políticas públicas en seguridad.
Dada la afectación de sectores sociales por el accionar violento de diversos actores armados, que ejercen el control de territorios y métodos de terror para establecer el “orden” y la sujeción de la población en la ciudad, urge profundizar en el análisis de los factores que actúan en favor o en contra de este tipo de dominación pero también, la incidencia de la ausencia o la presencia del Estado, mediante la aplicación de políticas o decisiones en seguridad y convivencia, en la pervivencia o transformación de este estado de cosas.
También se requiere ahondar en el conocimiento de las formas de respuesta que por varias décadas, han construido personas y comunidades para resistir, adaptarse y establecer vínculos con los actores criminales. ¿Qué variaciones se observan en estos comportamientos? ¿Qué incidencia ha tenido la acción de la justicia, el desempeño de la Policía? ¿De qué modo los aprendizajes de las comunidades se podrían articular a políticas de prevención?
El que la ciudad sea el lugar donde ocurren la mayor parte de los homicidios, es un hecho que reviste la mayor gravedad pues evidencia la incapacidad del Estado para garantizar la defensa de la vida y marcar un nuevo rumbo en la superación de la impunidad gracias, a una oportuna y eficaz acción de la justicia y el debido reconocimiento y reparación de las víctimas.
Aunque el homicidio es una modalidad que cuenta con numerosos estudios, su persistencia es un preocupante retroceso con respecto a logros de años anteriores, de lo cual es ejemplo Medellín, ciudad que desde el 2015 registra un aumento en la tasa de homicidios, ubicándose en veinticinco por cien mil habitantes. Se reclaman nuevas indagaciones acerca de las circunstancias y el tipo de escenarios donde acontecen y sobre el perfil de los responsables, las víctimas y el desempeño de la Policía e instancias de justicia.
Según el Instituto de Medicina legal (2019) la participación de la población masculina en el homicidio corresponde en su mayor parte, a jóvenes entre los 14 y 26 años, hecho que demanda estudios que desde el enfoque de género, contribuyan a esclarecer la relación entre violencia y modelos de masculinidad y feminidad, posibles cambios en las motivaciones de las nuevas generaciones para cometer el homicidio, lo que permitiría establecer contrastes con la generación de los años ochenta.
No se trata de temas cuyo análisis incumba a especialistas y académicos. Como lo demuestran experiencias de deliberación pública que han tenido lugar en la ciudad en años anteriores, la reflexión facilita el reconocimiento de gran diversidad de miradas, compartir saberes y aprendizajes y construir acuerdos en torno a metas comunes, condición necesaria para enfrentar con mayor posibilidad de éxito, una problemática que no solo atañe a Medellín o a las ciudades colombianas sino a la región Latino americana que continua presentando las más altas tasas de homicidio: 17.2 (A distancia del resto del mundo: África: 13, Europa: 3, Oceanía: 2,8 y Asia: 2,3), con la desigualdad, el crimen organizado y el machismo entre las principales causas (Naciones Unidas, 2019).
Treinta años después de habernos enfrentado a una crisis cuyas causas y superación sigue siendo objeto de discusión, se suscitan sentimientos y reacciones encontradas; cierta desesperanza ante la preponderancia del homicidio, un fenómeno que sigue cobrando la vida de una generación de jóvenes y, el poder que detentan los actores criminales; pero también, de renovadas expectativas de mejoramiento, al constatar la persistencia de sectores de la sociedad y de la institucionalidad, en la tarea de transformar esta realidad de la cual, hace parte una sistemática labor investigativa como lo ilustra la experiencia de Región, cuyos resultados han contribuido a la reflexión y al debate y son estímulo a la capacidad de imaginar y avanzar, en la construcción de opciones de progreso y convivencia al margen de la violencia, la intolerancia y la criminalidad.
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Violencia, Urbano, Investigación, Retos, Construcció de paz, Conocimiento