Opinión

Viernes, 08 Marzo 2019 19:01

Decir, cuestionar, exigir: ¡No sin mujeres!

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...la tarea de No sin mujeres pasa (o empieza) por ahí: por una revisión en nuestros propios contextos frente a la voz de las mujeres, a sus lugares, a las maneras en las que las escuchamos y las validamos.

Por: Jenny Giraldo García

Directora de Mujeres Confiar y Socia de la Corporación Región

 

Muchas conversaciones y discusiones han girado en torno a este llamado: No sin mujeres, una búsqueda de justicia y equidad en la esfera pública, un reclamo que venimos haciendo para que nuestras voces sean escuchadas, validadas y, sobre todo, para que los temas que atañen a la ciudadanía sean discutidos bajo miradas y enfoques que también consideren a las mujeres como protagonistas de los hechos y con conocimientos y construcciones necesarios para proponer las reflexiones sociales que nos convocan.

Cuarta Revolución Industrial, ¿estamos preparados como ciudad para asumir ese reto?; Por qué nos matamos, Retos de la implementación del acuerdo de paz; La MANE: experiencias, aprendizajes y perspectivas, por la defensa de la universidad pública; Primer foro sobre Movimientos Sociales; Reforma, contrarreforma y revolución en Colombia; ¿Qué futuro tiene la paz con ELN? Los retos de la oposición política en Colombia; Feria del Libro Universidad de Antioquia y sus cinco eventos académicos. Todos estos eventos tienen algo en común: no contaron con la voz de ninguna mujer; y estos son sólo ejemplos. ¿Por qué?

En la mayoría de los casos, las explicaciones de los organizadores de eventos frente a los reclamos que reciben por parte de quienes hemos asumido la tarea de hacer seguimiento a la voz pública de las mujeres, es que ha sido difícil o que no hay mujeres que hablen de ciertos temas. Y aquí se me viene a la cabeza un ejemplo: hace unos meses, fui invitada como moderadora a una conversación sobre comunicación pública; los invitados: todos hombres. Aunque bueno es huir de los estereotipos, abundan las mujeres comunicadoras, por lo que no me dejó de parecer extraño que el tema de la comunicación pública fuese un ámbito tan masculino.

Así que volvamos a la pregunta que hay detrás de la petición constante de No sin mujeres: ¿Por qué sin mujeres? Mary Beard, investigadora y profesora de literatura clásica, se aventura en algunas respuestas, revisando, precisamente, las maneras en las que el carácter femenino ha sido narrado (por voces y espíritus masculinos) en la literatura. Y empieza con un ejemplo devastador: Telémaco mandando a callar a su madre, Penélope, y ordenándole volver a sus labores de hogar. De ahí hacia abajo, dice ella, hay una larga lista de construcciones narrativas que condenan a la mujer al silencio y a la vida doméstica.

Pero vuelve y juega: ¿por qué? “Para muchos, ciertos aspectos de este tradicional bagaje de criterios acerca de la ineptitud de las mujeres para hablar en público -un bagaje, en lo esencial, que se remonta dos milenios atrás- todavía subyacen en algunos de nuestros supuestos sobre la voz femenina en público y la incomodidad que esto genera. Examinemos por ejemplo el lenguaje que todavía utilizamos para describir el sonido del habla de las mujeres…”

¿Vino a sus memorias la tendencia a ridiculizar e infantilizar esas voces? ¿O acaso recuerdan las veces que hemos tildado a una mujer de ‘llorona’, ‘gritona’ o ‘berrinchosa’ sólo porque su tono de voz es altisonante e imponente o porque no renuncia a poner sus puntos de vista en público y a discutir aquellos con los que no está de acuerdo? Nos pasa, nos sigue pasando, y por eso la invitación de un No sin mujeres es también a reflexionar, de manera crítica, qué es eso que nos habita con relación a las voces y las presencias femeninas.

Otros ámbitos de la reflexión deben pasar por las maneras en las que se dan las relaciones entre hombres y mujeres en los espacios laborales y académicos y los roles que cada quien asume: suele seguirse legitimando la idea de que las mujeres somos más trabajadoras, cuidadosas y dedicadas y que preferimos trabajar como hormigas, silenciosamente; mientras que los hombres están más volcados a lo público, a la palabra, a encarnar la autoridad. Por eso, la tarea de No sin mujeres pasa (o empieza) por ahí: por una revisión en nuestros propios contextos frente a la voz de las mujeres, a sus lugares, a las maneras en las que las escuchamos y las validamos.

Y después del por qué sin mujeres, viene el para qué con mujeres. No se trata sólo de repartir igualitariamente los puestos de una mesa principal o de confrontar las miradas masculinas con las femeninas. La esencia del No sin mujeres está en su reconocimiento como sujetos políticos, de su mirada como partícipes, como constructoras, como académicas, como críticas. Se trata de ampliar los enfoques de cada tema y de proponer lecturas y análisis más colectivos. Y se trata, por supuesto, de saldar una deuda histórica con esas voces acalladas a partir de la falsa autoridad de la que se ha revestido el género masculino.

Por último, la pregunta y la interpelación es también para nosotras. ¿Por qué decimos que no? ¿Cuáles son las excusas que nos rondan y bloquean para saltar a la arena de lo público y compartir nuestros conocimientos, posturas y opiniones? No podemos permitir que haya en el mundo otro evento más como el que hace unos meses se llevó a cabo en Ciudad de México, cuya foto raya en lo absurdo: un congreso de lactancia materna con siete u ocho hombres de corbata, y ni una sola mujer, en la mesa principal. Una pregunta clave al organizar cualquier evento: ¿el tema a abordar está relacionado con hombres y mujeres? Si la respuesta es sí, la invitación es a hacer el esfuerzo necesario para que esas voces se conjuguen, y lograr así debates más democráticos, profundizar los sentidos y ampliar los horizontes de todo aquello que nos ocupa, preocupa e interesa.

Una posdata necesaria: El fútbol colombiano: ¡No sin mujeres! El país se indigna con un técnico cuando se pierde un partido; es momento de la indignación colectiva por la pérdida de una selección completa. Reproduzco el mensaje del Barcelona Fútbol Club: “El fútbol no es para chicas, tampoco es para chicos; el fútbol es para futbolistas”.