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En los últimos veinte años, la ciudad ha tenido un gran movimiento de organizaciones juveniles que trabajan por el bien común. Cinco o más jóvenes en una esquina ya no son sinónimo de violencia, eso es lo que hacen ahora miles de muchachos en nuestros barrios y veredas, jóvenes que se reúnen para trabajar por las cosas que los mueven.

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Viernes, 06 Diciembre 2019 17:53

Sin los jóvenes, nada para la juventud



AnaLuciaCardenas

Ana Lucía Cárdenas

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Gestora cultural con énfasis en innovación social. Juvenóloga egresada del Máster Interuniversitario Juventud y Sociedad de la Universidad de Girona- España.



Resumen

 


Sin los jóvenes, nada para la juventud
Retos del trabajo con sujetos jóvenes en Medellín

“La idea gubernamental es muy simple: los jóvenes necesitan una guía paternal, si no de consejos, sí para recordarles que sus derechos, los que tengan, son cortesía de la suprema autoridad, Dios o el Presidente, a elegir. En la definición oficial, joven es aquel que padece desinformación, incertidumbre vocacional y hambre de palmaditas en la espalda. No se acepta lo obvio: en tanto sujetos de derechos, los jóvenes requieren en lo fundamental del respeto a sus libertades”
Carlos Monsiváis

“La política es el trabajo lento, colectivo y laborioso de doblegar la resistencia de lo real”
Javier Cercas

Cuando hablamos de juventud, el reto más grande es respetar sus libertades como sujetos de derechos. Alguien podría decir que es obvio, pero en vista de la represión de las protestas estudiantiles de los últimos días, urge comprender que, sí atendiéramos mínimamente la Constitución, estos actos abusivos no tendría sentido. A la pregunta de ¿cuáles son los retos de una sociedad para con su juventud? respondemos con una obviedad: respetar la Ley que la cobija. Pero cómo hacerlo si, en el peor de los casos, ser joven parece un mal necesario por el que todos tenemos que pasar; y en el mejor, es una categoría social que no alcanza a reconocerse todavía, por no hablar de una noción de subalternidad un poco vergonzante por la que, encima, se transita pocos años para luego pasar a mejor vida, y que, por lo tanto, “cualquier brote de iniciativa autónoma” tiene solo un lapso muy definido para llevarse a cabo (Gramsi, 1930)1. A diferencia de lo que pasa con otras categorías sociales subalternas, a la juventud se le puede acusar con total impunidad, no solo de ser responsable única de las condiciones estructurales que retrasan su proceso de emancipación –-de su estado de subalternidad–, sino también de “querer” estar en esas condiciones.

Los medios de comunicación juegan un papel importante en la reproducción de las imágenes y estereotipos de lo juvenil y la juventud, en cada época. En su intento por etiquetar y poder describir fácilmente, los medios masivos se han aprovechado de las descripciones de quienes han investigado las culturas juveniles en épocas específicas (desde los baby boomers, hasta los millenials) para nombrarlas en sus publicaciones. En general, vemos cómo estas categorías, explotadas sin discriminación y con poca rigurosidad académica, contribuyen a generar ciertos imaginarios, con causas y repercusiones de profundas implicaciones a las que solo me referiré diciendo que parecen dirigirse a desproveer a la juventud del derecho a participar en la sociedad desde una ciudadanía plena.

Pareciera que la sociedad adultocéntrica en la que vivimos, teme asumir al joven como una categoría social porque tendría que compartir el poder y prefiere no hacerlo. Las instituciones adultas se sirven de los medios para entregarnos una imagen de la juventud como de seres inacabados y por tanto incapaces de tomar decisiones apropiadas, lo que es muy conveniente en términos precisamente de no ceder los espacios de poder. Los medios suelen definirla como un problema para la sociedad, lo cual no solo impide “estar con”, sino que alientan el estar “en contra”. Por ejemplo, con títulos como “La generación de los hipersensibles”, la Revista Semana sube su número de lecturas donde se encuentran cosas como esta: “También son muy vulnerables a frustrarse por cualquier revés del destino y todo les duele el doble. Ante el más mínimo tropiezo se echan a la pena […] Esto los vuelve alérgicos a los fracasos y las críticas, y los hace sentir especiales, delicados y únicos” (Semana 2018).

A través de la propagación constante de estos mensajes, que a simple vista parecen inocuos, se lleva a cabo el proceso de estigmatización2 de la juventud, donde puede observarse claramente como desde los medios, se promueve el consenso moral que permite imponer la idea de restringir sus derechos. Con la circulación de este tipo de contenidos, supuestamente asentados en estudios y que difunden la voz de “los expertos”, logran que la opinión pública termine concediendo el despojo a la juventud de su ciudadanía activa, porque aún no está lista –no quiere estar lista– para el compromiso social que se requiere (Comas, s.f); de tal manera que esa “especie de limbo” en que se encuentran por gusto propio, según los sicólogos a los que acude el periodista del artículo, es más bien el resultado de un círculo vicioso al que el sistema3 la arroja: limita su participación plena en la sociedad con el argumento de que la población juvenil no tiene las capacidades para hacerlo, imposibilitando así la adquisición de las habilidades –y la estructura– necesarias para ser precisamente capaz.

Las políticas públicas de juventud son la manera en que el Estado asume la existencia de esta categoría social y su deber sería, legislar para garantizar los derechos de esta población. Partiendo de esta justificación cabe preguntarse entonces qué tipo de políticas públicas se deben implementar. En Colombia, existe una Ley de Juventud4 que concibe al joven como sujeto de derechos con enfoque diferencial y afirmativo, en el que se quiere promover principalmente el ejercicio de la ciudadanía plena y activa, entendiendo sin embargo, que el Estado debe procurar las condiciones necesarias para que esta ciudadanía pueda ser ejercida en cuanto a la exigibilidad de los derechos fundamentales, civiles y sociales, con especial énfasis en la garantía de acceso a espacios de participación y toma de decisiones.

En este sentido estamos de acuerdo con que la política pública debe asumir que los derechos fundamentales son competencia y están ya desarrollados en la Constitución Política y que esta Ley se ocupa de la categoría social juvenil de manera diferenciada y enfocada, como ya se dijo, en la garantía de su participación ciudadana activa. Sin embargo, a la hora de definir las especificidades de la Ley, sigue tratándose de un marco muy amplio y ambiguo que deriva responsabilidades generales a los departamentos y municipios, donde al final se los obliga a todo y a nada.

Una aplicación acertada de esta Ley, o mejor, una forma más constitucional de aproximarse a la juventud, debería partir de la mirada que propone Asef Bayat (2007) sobre los movimientos juveniles en los países árabes, para quien estos movimientos –muy parecidos a los actuales de protesta estudiantil en Colombia– se tratan esencialmente de una reivindicación de la condición juvenil, es decir, de los modos de ser, de sentir y de hacerse presentes en el mundo, asociados al hecho de “ser joven” (ser estudiante, reactivo, querer experimentar, cambiar, moverse) y que van más allá (o tal vez están en un nivel más primario) de las aspiraciones políticas o revolucionarias. El encuentro con esta población en mi trabajo de campo parece apoyar esta hipótesis de que su necesidad primordial es poder “ser jóvenes”, sujetos plenos de derechos, es decir, ejercer la ciudadanía desde su juventud, poder, por ejemplo, exigir, como debería hacer cualquier ciudadano, el castigo a la corrupción dentro de las universidades, pero a su manera: con plantones, arengas, performances, gritos subidos de tono, memes.

Por tanto, las políticas públicas se deben desarrollar a partir del diagnóstico de las necesidades de la juventud en el sentido más amplio, con su intervención directa en la toma de decisiones al respecto, como obliga la Ley. Con esto me refiero a un diseño de política con su participación vinculante, con estrategias que permitan un proceso democrático de diagnóstico. Los encuentros de juventud como la Asamblea Mundial Urbana Juvenil, realizada en Medellín en el 2014, dan cuenta de metodologías participativas, que si bien tienen mucho por mejorar en términos de vinculación práctica, funcionan en la medida en que permiten que se encuentren a pensar en la ciudad que quieren habitar y desde estas reflexiones sus voces sean escuchadas5. Una vez realizado el diagnóstico, diseñar la política pública resultaría más “sencillo”. Ponerlo en ejecución es lo que realmente requiere voluntad política.

A pesar de su falta de dientes, es claro que la Ley hace obligatorio que “para la juventud, nada sin la juventud,” y sin embargo hemos avanzado muy poco en ello, tampoco en el diseño y ejecución de la política pública y menos en la intervención social. En esta última, la implementación de una metodología de construcción colectiva horizontal que no se quede en el papel, sino que se haga efectiva, representa un arduo desafío. Por experiencia propia —de la Corporación Región y mía — sabemos que disponerse a construir con la población juvenil cada paso de este acompañamiento, se tiene que convertir en parte de nosotros mismos como una manera de andar, eso significa que no hay vuelta atrás. Una vez se abre el diálogo y se comparte el poder, sucederá algo que la rigurosidad científica y académica quizá no aprueben: quien interviene no tendrá más remedio que involucrarse. La objetividad no será más que una pretensión, que entre más se persiga más se impondrá como un obstáculo para lograr los objetivos; habrá que tomar posición la mayoría de las veces, los otros –los intervenidos– también lo harán, y después de todo, serán los afectos los que definan la situación incluyendo, desde la más cotidiana y práctica, hasta aquellas que son el objeto de la intervención. No se podrá entonces escapar a la responsabilidad que implica entrar en la Vida de otros, y dejar que esos otros entren en la Vida propia, con la certeza de que es el único camino posible para encontrar lo que buscamos.

Por otro lado, con respecto a la política pública, como lo advierte Montes (2011), uno de los retos que deben superar las políticas de juventud, es la distancia entre el conocimiento que se produce alrededor de lo juvenil y el diseño de dichas políticas. Si bien la atención sobre la población juvenil ha ido ganado espacio a partir del trabajo social y la investigación académica, y debido precisamente a esa negación de la juventud como categoría social; es raro ver que algún estudio, investigación o reflexión hecha a partir de esta, se traduzca en políticas específicas que sigan los caminos propuestos por decenas de técnicos e investigadores. En Iberoamérica existen por lo menos tres escuelas de pensamiento que se especializan en la juventud (México, Colombia y España), que han extendido su red de trabajo al resto de países a través de la formación y la producción de textos y publicaciones que, en muchos casos, formularon preguntas previendo la escalada de fenómenos problemáticos relacionados con el tema, años antes de que sucedieran. Es preciso entonces que, tanto en el diseño de la política pública como en la intervención social, participe activamente la academia, por lo menos a través de sus trabajos, que deberán ser recogidos y compartidos con los demás agentes (líderes juveniles y técnicos de juventud). Lo ideal sería procurar la asesoría en el diseño de las políticas y programas, directamente por miembros de alguna de estas redes de trabajo para que la reflexión sobre la realidad juvenil, que se ha hecho a lo largo de casi un siglo, sirva para transformar las prácticas con mayor eficacia, donde se establezca una relación directa entre los estudios realizados y las acciones propuestas.

La política y la intervención social de acompañamiento a la juventud tienen que responder otras preguntas fundamentales. En este punto de la historia y de la historia de la experiencia en el trabajo con juventud del que Región da cuenta, hay dos retos ineludibles: El primero, tiene que ver con la noción de moratoria. Si la juventud es el caldo de cultivo y a la vez el antídoto, debería la sociedad procurar que la moratoria juvenil, más que extenderse, se afiance. Darles tiempo y espacio para que sean jóvenes, podría ser un propósito fundamental del Estado y acompañarles a ejercer la ciudadanía, en la intervención social. En este entendido los programas y políticas de inserción laboral y, más ampliamente, de acompañamiento y promoción de la emancipación, tendrían que cambiar.

Para quienes trabajamos en campo con jóvenes y les interpelamos por lo que quieren, es claro que quieren lo que el sistema quiere, y cuando no, entonces aparecen los artículos en los medios que los tachan de perezosos, indolentes, mimados. En este sentido, ¿sigue siendo relevante la pregunta por el desempleo juvenil? O lo mejor sería interrogarnos por la vocación, el sistema de educación y el de producción, es decir el proyecto de vida de los ciudadanos más recientes. El proyecto de vida debe comprenderse no como una resolución perenne a largo plazo, sino más bien, como un conjunto de estrategias vitales que el sujeto desarrolla como herramienta para ir proyectándose a futuro y, debería estar articulado a la capacidad de agencia de los sujetos, partiendo del hecho, observado una y otra vez en sus estudios por Rossana Reguillo, de que “no hay mayor adversario para la agencia juvenil que su propia y fatalista asunción de ‘inadecuación’ social, política y laboral” (Reguillo, 2010: 402).

Por supuesto, todo esto implica una revisión del perfil del técnico en juventud, como la persona que en cualquier ámbito, público o privado, interviene y acompaña directamente este grupo social. Una organización competente debería tener la capacidad de formar a sus técnicos en el tema específico de su trabajo. Desde el principio, el profesional debe obtener información y formación de manera oportuna y de primera mano, sobre lo juvenil como objeto de estudio y, más allá de esta formación específica, debe portar actitudes y aptitudes para el trabajo de campo de enfoque comunitario, es decir, saber moverse en los territorios y, sobre todo, construir empatía con cualquier joven. Estas habilidades sociales, que parecen obvias, son las que definen el alcance verdadero de las políticas públicas y del acompañamiento social: importa cuánto recurso se invierta, importa lo bien que estén diseñadas, pero no tanto como las competencias –y la personalidad si se quiere– de quienes tienen la labor de ejecutarlas en la localidad. En este sentido, un buen técnico hace que la inversión se duplique y el diseño de las políticas públicas y los programas se extienda sobre las reales proporciones del territorio. Eso lo sabemos quienes trabajamos implementando programas y proyectos que pretenden transformar la vida real de las personas jóvenes. Porque es en el espacio de relación entre el técnico y cada joven donde realmente se libra la batalla por doblegar la resistencia de lo real.

 

 

Referencias bibliográficas

 

Bayat, Asef, (2007). Making Islam Democratic: Social Movements and the Post– Islamist Turn. Stanford University Press, Palo Alto.

Comas, Domingo, s.f. ¿Por qué son necesarias las políticas de juventud? s.e.

Estatuto de Ciudadanía Juvenil. s.f, disponible en: https://www.funcionpublica.gov.co/eva/gestornormativo/norma.php?i=52971 última consulta: 15 de octubre de 2019.

Fundación Mi Sangre, (2014). Visiones de Cambio – WUF–7. Disponible en: http://fundacionmisangre.org/programas/visiones-de-cambio-wuf7/. Última consulta: 15 de octubre de 2019.

Gramsci, Antonio, (1930). Cuadernos de la Cárcel, Tomo II, cuaderno 3. Ediciones Era S.A, México.

Merino, Rafael, (2007). “Perspectivas sociológicas sobre la realidad social”. En Merino y De la Fuente (coord.): Sociología para la intervención social y educativa”. Editorial complutense, Madrid. Pg, 24.

Montes, Pep, (2011). Los retos pendientes: la proximidad y la consolidación profesional. s.e

Reguillo, Rossana, (2010). “La condición juvenil en el México contemporáneo. Biografías, incertidumbres y lugares”, en Rossana Reguillo (coord.) Los jóvenes en México. Concejo Nacional para la Cultura y las Artes Fondo de Cultura Económica, México.

Semana, 2017. La generación de los hipersensibles. En Vida Moderna. Disponible en:
https://www.semana.com/vida-moderna/articulo/por-que-la-generacion-de-los-millennials-son-hipersensibles/552930 Última consulta: 15 de octubre de 2019

Valenzuela, José Manuel, 2015. “Aunque nos sangre el corazón”. En: José Manuel Valenzuela (coord.) Juvenicidio. Ayotzinapa y las vidas precarias en América Latina y España. Ned ediciones, Barcelona.

 

 

Palabras clave:

Ciudadanía, democracia, juventud, participación, cultura

 

 

Notas al pie:

1La primera definición de clases subalternas (en plural porque para él siempre serían varias) como clase que se opone a la clase dominante fue hecha por Gramci: “Éstas [las clases subalternas] sufren la iniciativa de la clase dominante, incluso cuando se rebelan se hallan en estado de defensa alarmada. Por ello, cualquier brote de iniciativa autónoma reviste inestimable valor” (Gramsci, 1930).
2Como explica José Manuel Valenzuela (2015) “Erving Goffman (1995), desarrolló el concepto de estigma para identificar las marcas distintivas a través de las cuales se imputan condiciones específicas a las personas y a los grupos sociales considerados inhabilitados para una aceptación social. Los estigmas, usualmente aluden a condiciones negativas, identificadas a través de marcas visibles, conspicuas que se imponen a los estigmatizados a quienes señala y significa a partir de códigos de sentido impuestos por quienes definen las marcas del estigma”.
3Se entiende por sistema la definición que hace Rafael Merino: “La acción humana no se da en un campo de libertad absoluta, sino que lo hace en un campo de constricciones sociales, es decir, en un campo de parámetros definidos sociohistóricamente, parámetros que son delimitados por la estructura. […] El campo de acción está limitado, constreñido por unas reglas de juego […] en algunas ocasiones, la acción de los individuos es tan intensa que se cambian las reglas de juego, por ejemplo en las revoluciones. En otras ocasiones, las reglas son rígidas y difíciles de cambiar y perduran en el tiempo: es lo que llamamos sistema.” (Merino, 2007: 24).
4Ley Estatutaria 1622 de 2013 (Estatuto de Ciudadanía Juvenil, s.f).
5La Asamblea Mundial Urbana de la Juventud se realiza en el marco del Foro Mundial Urbano. En 2014 se hizo en Medellín; cerca de 600 jóvenes trabajaron juntos con el acompañamiento de la Fundación Mi Sangre alrededor del tema de ciudad como territorio habitado y habitable. El resultado de estas jornadas fue un manifiesto que le presentaron al Alcalde Aníbal Gaviria; a Jon Klaus, Director Ejecutivo de la ONU Hábitat y al Ministro de Vivienda, Luis Felipe Henao. Este ejercicio resultó muy bien valorado por quienes participaron (Fundación Mi Sangre, 2014).

 

 

 

Publicado en Ciudadanía
Miércoles, 04 Diciembre 2019 23:59

Juventud y diversidad: trayectos y posibilidades



24.FrancisCorrales

Francis M Corrales Acosta

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Resumen

Aprehender los procesos de Región con población juvenil, implica situarnos en las lógicas del contexto y el momento que los rodea. Para lograrlo, haré un recorrido desde los años noventa, considerando las condiciones que ligan a la juventud con la violencia y la marginalidad en Medellín. Divido el texto en cinco partes: inicialmente expondré algunas reflexiones que llevaron a Región a cambiar los referentes de compresión de lo Juvenil; luego, abordaré la relación política y juventud desde su acción política hasta los procesos institucionales de construcción normativa y legal; en la tercer parte, destaco algunas cuestiones que rodearon las perspectivas del sujeto joven de y en formación, así como la emergencia de la generación de los “juvenólogos”; después, doy cuenta de la juventud desde una perspectiva culturalista, destacando identidades, prácticas y expresiones; y termino esbozando algunas discusiones.


Juventud y diversidad: trayectos y posibilidades

Francis M. Corrales Acosta

Introducción

Narrar los hitos del trabajo con jóvenes en Región sugiere una espiral del tiempo en el que la emergencia de fenómenos juveniles, no necesariamente responde a una sucesión de hechos, sino a una multiplicidad de eventos yuxtapuestos en algunos casos, y en otros, sucesos imbricados que han permitido relaciones desde la diversidad que representa en sí misma la juventud. Aunque algunos asuntos han capturado más la atención que otros, las acciones y el trabajo con juventud en Región ha estado en el corazón de su historia: la de los mundos posibles. Pero ¿qué es juventud? y ¿por qué su importancia?

La juventud como fenómeno, es un concepto polisémico que escapa a la comprensión del hecho social que en sí mismo podría representar. Para Lemus (1998), responde a la cotidianidad del término o mejor, a su uso común; puede llamarse juvenil, joven o juventud, cualquier expresión. Sin embargo, la emergencia de la juventud como hecho social es histórica1, se da en la Revolución Industrial, para quienes se reclama tiempo para el descanso, el ocio y el estudio, un periodo que Pérez llamará, juvenilización (Corporación Región, 2000). Su creciente expansión verá su pico más alto en 1984 cuando el Vaticano declara su Jubileo. En general en las instituciones sociales se despertó un creciente interés por el tema, considerándoles sujetos a formar, dirigir, orientar, acompañar; esto en el entendido de que la juventud se prepara para la vida adulta y, para ello contará con la “moratoria social” (Cubides y Margulis, 1993).

La idea de la juventud en la sociedad moderna, se construye ligada al “rebelde sin causa”, que cimienta la pujante industria cinematográfica (Reguillo 2000). Esta rebeldía, entendida como la expresión del malestar de un sujeto que no responde a los roles designados desde las instituciones sociales y que se manifiesta contrario en ocasiones al orden, se verá reflejada en los movimientos estudiantiles, pero también, como lo relata Reguillo, en la emergencia de los movimientos de resistencia en los años setenta y que, posteriormente, serán protagonistas de hechos violentos asociados a grupos al margen de la ley. Así pues, la historia de la juventud está llena de resistencia, violencia y procesos de sujeción; estos fenómenos sugieren que lo juvenil como hecho social, es la expresión de problemáticas propias del sistema económico, político y social, que a partir de los años noventa, genera interés en los diversos campos del conocimiento.

Esta reflexión es producto de un ejercicio de revisión documental de la producción de conocimiento en Región y del Diálogo de Juventud desarrollado en el marco de la celebración de los 30 años de la institución, en el que confluyeron diversos actores que en algún momento conformaron el equipo de Juventud o participaron en los procesos o programas. Además de haber participado en la construcción de una perspectiva de trabajo con jóvenes, hoy no solo representan el archivo histórico del legado institucional, sino que luego de varios años, fuera de la institución, han aportado un balance critico-reflexivo y significativo.

1. Los años noventa: la sociedad del riesgo y la construcción del sujeto joven como actor social

El joven en riesgo y de riesgo fue la marca de una generación heredera del fenómeno de la violencia de los años ochenta; un estigma que profundizó la marginalidad y el rechazo colectivo y que en la ciudad de Medellín, se asoció a comuna y sicariato; esta es la generación de No Nacimos Pa´semilla2, de Rodrigo´D no Futuroque habla de: la desesperanza y la impotencia en una sociedad clasista, elitista y debilitada por una creciente sobrepoblación pobre, arrinconada en la desazón y de jóvenes insurgentes y violentos:

“Una insurgencia de la juventud de las barriadas populares de Medellín, que han encontrado en la violencia, en el sicariato y en el narcotráfico una posibilidad de realizar sus anhelos y de ser protagonistas en una sociedad que les ha cerrado las puertas. Los sicarios suicidas, si así se les puede llamar, no son un producto exótico. Son el resultado de una realidad social y cultural, que se ha desarrollado, frente a los ojos impávidos del país” (Salazar, 1990).

De acuerdo con Hoyos (2002) se trata de jóvenes en condiciones de vulnerabilidad, que están en riesgo de gaminismo, prostitución y consumo de sustancias psicoactivas, pero también, son un riesgo porque incitan, inducen, concitan. Si bien era el tiempo del joven-masculino que tiende a la “delincuencia y el vandalismo”, agrega Hoyos (2002); la relación con la juventud en Región comienza a tener un matiz, se trataba entonces de reconocer a los jóvenes en su doble condición como víctimas y como victimarios (Corporación Región, 1990)

En los años noventa se inician programas de prevención y promoción que, como la Consejería Presidencial para Medellín, abrirían procesos diseñados para que la juventud encontrara en que ocupar su tiempo y evitar principalmente su vinculación a los grupos armados. Este protagonismo perverso de violencia y sicariato de la juventud en Medellín, rápidamente cambió como lo expresa Bonilla (2001), por la emergencia del sujeto social que, posteriormente, se identificaría con la movilización comunitaria y artística en el conjunto de los escenarios de la ciudad.

Según expresa Fulvia Márquez, “…nosotros estábamos tratado de asistir una realidad muy cruel, era ir más allá de lo que nos decían las paginas rojas o lo que nos decía el orden público, era reconocer que había jóvenes que “apostaban por la vida (…) cansados de la violencia”4. Esto significaba un registro distinto del ser joven en Medellín. Con el Programa Casas Juveniles5 se reconoce la emergencia del “actor juvenil urbano popular” heterogéneo (Márquez, 1994). Es así, como se crean y se recrean programas como Temporada de Cine6, Muchachos a lo Bien7, Arriba mi Barrioque darán inicio a una forma diferente de narrar la juventud.

El comienzo de los noventa tuvo como marca la securitización, pero también la promoción de opciones para la juventud. Región jugó un rol significativo en el reconocimiento de la condición juvenil, y las prácticas y procesos que se impulsaban en los territorios. En 1990 a propósito del Seminario de Violencia Juvenil, se planteó la multicausalidad del problema y la necesidad de integrar las diversas perspectivas: gubernamentales, de la sociedad en general y de la sociedad civil en particular (Corporación Región, 1990).

2. La Ley de juventud un giro en la mirada: subjetividades, participación política y poder juvenil

Región en esta década participó en escenarios donde definir conceptualmente el sujeto joven era una necesidad; se identificaron categorías como: ciudadanía juvenil que, derivada de la Constitución Política de 1991, le reconoce como sujeto parte del Estado-Nación; la de sujeto estratégico del desarrollo, que propicia la inclusión de la juventud como protagonista de su desarrollo y trasciende la idea del joven como futuro; la de Sujeto de derechos y de responsabilidades, abriendo el escenario a los derechos y, con ello, a las políticas y la participación; la categoría de sujeto social transversal a todas las perspectivas anteriores, permite una revisión del enfoque de riesgo (Castrillón y otros, 2010).

Estas categorías propiciaron debates y orientaron las decisiones e intervenciones, originando enfoques diversos e incidiendo en la revisión de las políticas que se implementaban en la ciudad para atender a la juventud; por ejemplo, para implicar diversas áreas de la administración pública en la atención a la juventud y lograr escenarios en los que la participación juvenil fuera activa. El logro ha sido incidir en la construcción de un Estado garante y promotor de los derechos de la juventud que reconoce el sujeto joven como coprotagonista del desarrollo. Un escenario que abre esta perspectiva de Jubileo es el Consejo Municipal de Juventud –CMJ–, que con el acuerdo 07 de 1995 se instituye como “…una instancia de coordinación y concertación entre el Estado y la población juvenil” (Giraldo y otros: 1997); un escenario que, a su vez, será una escuela de formación política.

Las condiciones institucionales y el protagonismo de la sociedad, abren una ventana de oportunidad para incidir y construir institucionalidad. Es así como la organización juvenil y las instituciones como Región, de manera coordinada, impactarán en la creación de la Ley de Juventud (Ley 375 de 1997), con la que se reconoce jurídicamente a la ciudadanía y los derechos juveniles, e incluso, se promueve el CMJ a nivel nacional. Con la Ley de Juventud se inicia un periodo de institucionalización y se promueven las Políticas Públicas en las que Región aportará desde el acompañamiento técnico y/o como responsables de la formulación. Bajo su liderazgo y junto a otras organizaciones de la ciudad, llevarán a debate la pertinencia de la política pública de juventud participativa, que tal como lo expone Fulvia Márquez, “genera contradicciones con la institucionalidad pública”, sobre lo que es o no negociable en escenarios de participación juvenil.

En 2002 se aprueba la Política de juventud con una perspectiva multicausal, aunque limitada y con diversidad de enfoques, en torno a lo que será ser joven en Medellín. En la formulación del Plan Estratégico de Juventud de 2003, se logra pasar del paradigma de salubridad, centrado en el embarazo adolescente y el consumo de droga, hacia una mirada ampliada con programas que van desde la atención, hasta la prevención y la promoción de las capacidades juveniles. Además se incluyen programas interinstitucionales como La Escuela de Animación Juvenil y el Seminario de Periodismo Juvenil. La experiencia acumulada, permitirá ampliar su campo de acción y, participar de la formulación y/o asesoría de políticas pública para el Departamento de Antioquia y algunos municipios como Sonsón y la ciudad de Bogotá entre otros.

Si bien la juventud no se organiza en torno a lo político (Miranda y Balardini, 2000), si entendemos por lo político: “la constitución de un escenario común donde los agentes se manifiestan a través de la acción y el discurso” (Paredes, 2009). Sí es cierto entonces, que a través de los procesos sociales, se han incorporado a las dinámicas de exigibilidad, participación, reconocimiento y decisión. Región se propuso reconocer esta posición y fue coparticipe de la definición de al menos tres perspectivas: el proceso de reconocimiento de los derechos juveniles; la diversidad de enfoque y promoción de políticas públicas participativas y demás procesos jurídicos/legales y, la definición y reconocimiento de los escenarios de debate, negociación, concertación y construcción colectiva como los Consejo de Juventud.

3. Formar jóvenes y adultos para el trabajo con población juvenil

La pedagogía ha estado en la historia de Región asociada a la defensa y promoción de la democracia y, la reflexión en torno a las prácticas y saberes institucionales. Un campo desde donde se ha fomentado la recuperación de saberes y apoyado cambios de modelos de formación y educación verticales y autoritario que “aporten a la construcción de sujetos democráticos y a la construcción de propuestas educativas que aporte a la superación de las desigualdades y exclusiones” (Corporación Región, 2009).

Educación popular, pedagogías críticas, pedagogías sociales y pedagogías del sujeto entre otros, son algunos de los enfoques de trabajo que convergerán en programas como el Seminario de Periodismo Juvenil9y La Escuela de Animación Juvenil. Con el propósito “de generar encuentro de saberes, vivencias propuestas construcciones sociales y manifestaciones identitarias, para el ejercicio de la ciudanía” (Marquez 2016), se lleva a cabo el Seminario de Periodismo juvenil –SPJ–. La característica distintiva del SPJ, es que convoca a jóvenes de la ciudad, del área metropolitana, del departamento e, incluso, de otras ciudades del país, no solo para hacer periodismo, sino para tejer un ejercicio reflexivo sobre la ciudadanía juvenil y su relación con el entorno, con el Estado. Uno de los impactos más significativos es reducir las fronteras entre la población juvenil.

En un encuentro de animación juvenil en 1997, Región converge con diversas instituciones y se inicia la constitución de la Escuela de Animación Juvenil –EAJ– para “cualificar saberes y conocimiento sobre la condición de juventud y herramientas para el acompañamiento de Políticas Públicas”, que consolidaría la apuesta por la “Formación de formadores en juventud, fortalecimiento de los procesos juveniles y cualificación de los adultos que trabajaban con jóvenes” (Comunicación personal, Mónica Sepúlveda, 2019), el liderazgo del equipo de juventud en Región, será un soporte técnico y económico solidario para las sostenibilidad de casi una década de existencia de la Escuela.

De acuerdo con Manuel López la EAJ aportó, en primer lugar, a la formación a través de diplomados para jóvenes y adultos sobre juventud, generando una especie de profesionales del trabajo con jóvenes en la ciudad, (juventólogos) lo cual redundó en la generación e implementación de Políticas Públicas e impulso redes de trabajo y la creación de la Subsecretaría de Metrojuventud en la Alcaldía de Medellín. En segundo lugar, la producción escrita aportó a la fundamentación de un conocimiento sobre juventud y, sobre las metodologías de trabajo con jóvenes en la ciudad (Comunicación personal, Manuel López 2019).

4. Expresiones, prácticas e internet: formas de apropiación del mundo y sus discursos

Así como Región ha participado en los procesos de institucionalización, también ha promovido espacios para la reflexión desde perspectivas críticas de estos procesos en el quehacer con jóvenes, en el año 2000. Con el Seminario Umbrales se planteó la necesaria revisión del rol de las instituciones sociales, en especial por el creciente dominio del mercado en la definición de la realidad social, que cerró con la invitación de “…partir de las prácticas cotidianas y no de un enfoque normativo o un enfoque que va cerrando las perspectivas” (Corporación Región, 2000). Uno de los retos planteados en el Seminario, estuvo orientado a la comprensión de las Culturas Políticas Juveniles, en el sentido de:

Tratar de entender los modos de rearticulación, de reconfiguración de las culturas políticas juveniles también, en sus articulaciones con otro conjunto de actores, que atienda, tanto a las dimensiones más tradicionales, que no pretendo negarlas, como también a estas dimensiones de una cultura política emergente (…) cómo reconocemos estas otras formas y prácticas culturales y políticas, por ejemplo, a través del arte, la música, la pintura, etc (Corporación Región, 2000)

Esta es una preocupación de los juventólogos quienes, a finales de los 90 desde de una perspectiva culturalista, invitarán a entender las llamadas “tribus juveniles”, que constituían unas formas distintivas de ser y estar. Medellín en Vivo: Historia del Rock (Uran y otros 1997), permitirá evidenciar las expresiones y las prácticas de la juventud a través de la música y sus estéticas. Pero es a partir de las Culturas Juveniles, que se plantea la reflexión en torno a las identidades juveniles en Región. Con Rossana Reguillo (2000), José Manuel Valenzuela (2005) y Jesús Martín Barbero (2009) como referentes, se entiende la juventud como concepto polisémico, una construcción social que admite la heterogeneidad, la diversidad y la pluralidad.

Procesos como La Piel de la Memoria, Ensamble y Urbánicos, buscaban a través de un proceso de construcción estético-pedagógico y horizontal, reconstruir las memorias, la relación con los territorios y las marcas de las violencias. En algunos casos, se consideraba que “una persona llega a la violencia solo porque no tiene otra manera de solucionar sus problemas”10 y Urbánicos buscaba evidenciar que existían otras opciones, en otros casos la experiencia estética se proponía “aliviar el dolor y el odio que la guerra desencadena en los sobrevivientes, para que pueda servir a otros que estén en las mismas búsquedas” (Hoyos, 2001).

Con estos referentes, el Seminario de Comunicación Juvenil incorporó la estética como reflexión y como expresión desde el performance y la fotografía y, aprovechando la exponencial del internet y las tecnologías, se incluyen expresiones como el stop motion, el film minuto, el micro documental, la televisión virtual, la radio virtual, los blogs, entre otros. Así se irán redefiniendo los medios y las mediaciones que, según expone Barbero (2009) se moverá entre la posibilidad de subvertir el orden social bajo la globalización de las relaciones y los nuevos ejes de consumo. Son los albores de una generación que tendrá en los dispositivos tecnológicos y comunicativos una multiplicidad de lenguajes y narrativas de producción, difusión e interacción.

Con Imagine Medellín11 en 2006 las estéticas, las nuevas sociabilidades y formas de comunicación digitales, serán el coctel perfecto para hablar de diversidad y en contra de la discriminación. Un escenario de producción simbólica en el que la juventud será creadora y consumidora, al tiempo que debaten y reconstruyen su comprensión de las relaciones sociales y ven en “el respeto por [la diversidad] un indicador de las condiciones de equidad y justicia de una sociedad” (Zea, 2013). Imagine, en la lógica de rebeldía juvenil, significará para Región la discusión en torno a la autodefinición, hasta convertirse en un proyecto autónomo.

Lo significativo de este proceso es que sugiere una renovación de los procesos pedagógicos y del trabajo con jóvenes. Al participar en el Laboratorio12 de la Escuela Itinerante de Paz, se entenderá que las tecnologías no son solo medios, sino la expresión misma de un momento histórico en el que la población juvenil interactúa, representa el mundo y es sujeto. Hoy no es posible pensar la condición de juventud sin las mediaciones tecnológicas, las redes de relacionamiento locales e internacionales y los leguajes de comunicación que se mueven entre la individuación y la colectividad.

5. La juventud en momentos de incertidumbre: retos y perspectivas

El mundo cambió tanto que los jóvenes deben reinventar todo: una manera de vivir juntos, instituciones, una manera de ser y de conocer. Michael Serres (2013)

Finalizando la década del 2000 se acusa a la juventud de pérdida de objetivos y ausencia de utopía. Serres (2013) en un hermoso cuento dice: Pulgarcita, va a mostrar que el mundo cambió; Pulgarcita es la imagen de una generación que tiene todo al alcance de un click, la información en espacio/tiempo. Según dice esta generación no ha vivido el dolor, la guerra, la pérdida. Este es un relato de la crisis de los pilares de la modernidad: la estabilidad laboral, la localidad de las relaciones de poder, la comunicación y los mass media, la morales religiosas, la relación lineal tiempo y espacio y, los referentes institucionales de autoridad y poder como escuela y gobierno. Según plantea, la juventud es individualista y egocéntrica porque no tienen un referente, en los adultos, de defensa de lo colectivo; la naturaleza destruida, las instituciones políticas inapropiadas, no les ha dejado en que creer. Es la ruptura de los referentes.

El cuento de Pulgarcita narra la realidad de un grupo social específico que bien podría ser la juventud de cualquier ciudad del mundo, centros urbanos, con acceso a grandes ofertas de consumo; es el grupo social que tiene el reto de reinventar el orden, según lo plantea, esta generación se encuentra en medio de un mudo obsolescente y cuenta con las herramientas para renovarlo. No obstante, en medio de todo, existen múltiples mundos en las mismas ciudades, donde las brechas sociales y digitales no se han cerrado. Pero es claro que mientras la modernidad rota y con deudas incumplidas, subvierte el orden y genera nuevas cuestiones de marginalidad, la realidad social se debate en el creciente individualismo y las nuevas reivindicaciones colectivas. Esto es así, en el caso de América Latina en el que se ha revitalizado la violencia y las condiciones adversas para los jóvenes no desaparecieron, se transformaron y se adaptaron.

Todo ello, sugiere un cambio en las perspectivas discursivas y una revisión de los conceptos que se han desdibujado y que por lo menos, requiere algunas reflexiones en torno a:

  • Repensar la moratoria social. Si bien Valenzuela advertía en el 2005 la diferencias en intensidad del tiempo social, hoy es claro que la juventud como en el cuento de Pulgarcita, transita espacios y tiempos indeterminados; se mueven en tiempos asincrónicos, territorios virtuales y físicos, relaciones locales y globales y, el futuro ya fue (Valenzuela, 2005).
  • Se aprendió que los procesos de subjetivación son múltiples y las instituciones continuamente despliegan dispositivos para formar, moldear al sujeto joven. Hoy es importante revisar los procesos de sujeción y la configuración de las relaciones de poder; relaciones difusas que se mueve entre la negación del poder, la incertidumbre, las promesas incumplidas de la modernidad y la debilidad de las instituciones.
  • Lo político que representó la conquista de las Políticas Públicas, como el reconocimiento del sujeto joven, cooptó los procesos de participación juvenil, amplió el marco de control sobre su acción y concentró las decisiones en la institucionalidad estatal. Esto ha afectado los procesos de ciudad y requiere una reflexión amplía y sistemática.
  • El hacer con otros fue muy importante y sigue siéndolo, los procesos son complejos pero aprendimos que se podía. El reto es reconocernos en la ciudad, con la ciudad y, en medio de las antipatías y egos individuales que terminan por imponer agendas de unos por encima del ejercicio colectivo

No cabe duda que Región es parte de la historia de la juventud en Medellín y la historia de la juventud en Medellín es parte de Región, una relación que desde 1990 hasta 2010 formó y acompañó nuestro quehacer con juventud. A través de la juventud, leímos los cambios de la sociedad, los efectos de los ajustes institucionales y, se aprehendieron las lógicas de la participación como proceso transformador. Región ayudó a formar por lo menos dos generaciones y fue una voz autorizada en temas de juventud y, por el espíritu de hacer con otros, se constituyó en un aliado importante en la toma de decisiones. En general, la relación con la juventud fortaleció el campo de acción de la institución y permitió conocer dimensiones culturales e identitarias; en especial, en el trabajo con jóvenes continuamente se han observado cambios en los lenguajes, las estéticas y sobre todo en las formas de relación social que producen y reproducen en sus experiencias.

Ya se ha dicho que la juventud es un estado de cosas indeterminadas, pero a la vez, permite captar las paradojas, las contradicciones y las tensiones de la sociedad. Más que un concepto, en sí mismo, la juventud es la experiencia del tiempo de la vida por que reúne la expresión de la sociedad y a la vez, la resistencia a ella misma. Tal vez, este sea el mayor de los aportes que hizo el trabajo con jóvenes en Región: generó preguntas, desacuerdos e incluso contradicciones y quizá el reto sea encontrar una maneara de volver a captar la experiencia de la vida para seguir aprendiendo y fortaleciendo el trabajo social.

 

 

Referencias bibliográficas

 

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Corporación Región (2009)

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Uran, Omar, Medina, Gilberto y Patricia Valencia. Medellín en Vivo: La historia del Rock. Una aproximación histórica y visual a la escena rock. Corporación Región

Valenzuela, José Manuel (2005). El futuro ya fue. Juventud, educación y cultura. Revista: Anales de la educación común. Adolescencia y juventud. Tercer siglo. Año 1. No. 1-2. Dirección General de Cultura y Educación de la Provincia de Buenos Aires.

Zea, Aaron (2013). Sistematización experiencia del proceso formativo para hombres y mujeres jóvenes del proyecto Imagine Colombia durante el año 2013. Trabajo para optar el título de Gestor Cultural. Universidad de Antioquia

 

 

Palabras clave:

Ciudadanía, democracia, juventud, participación, cultura

 

 

Notas al pie:

1 Tal y como se capta en la historia de la juventud.
2 “En este texto, el autor explora los sentidos y motivaciones que rodean el hecho de la relación jóvenes-bandas-muerte; es la historia de una confluencia entre la desesperanza, la ausencia de perspectiva de futuro y la marginalidad. Ver: Alonso Salazar J. (1991)
3 Una producción cinematográfica dirigida por Víctor Gaviria en 1990, que representa la generación de los jóvenes que, como en No nacimos pa´semilla, se ven encerrados en medio del conflicto, la violencia, la nada.
4 Durante los meses de agosto y septiembre de 2019, Región convocó a los Diálogos Región, como estrategia de celebración de sus 30 años. Durante el conversatorio sobre comunicación, esta fue la expresión de Fulvia Marquez (exsocia y extrabajadora de la Corporación refiriéndose al trabajo de Juventud en Región.
5 Casas Juveniles fue un programa que coordinó Región entre 1990 y 1994, en convenio con el Instituto de Bienestar Familiar, Consejería Presidencial Para Medellín y Consejería Presidencial Para la Juventud, la Mujer y la Familia.
6 Proyecto que tenía como propósito, llevar a los barrios confinados a la marginalidad y el estigma, cine de cartelera y cine documental que les acercaba al 7mo arte, como otra manera de narrar y reconocerse en el mundo.
7 Una producción para radio y televisión, que narra las realidades de los y las jóvenes juveniles desde sus vivencias, historias y voces y, con su protagonismos como presentadores e investigadores.
8 Programa de televisión local, con un formato diverso que integraba historias, cine y entrevistas además de encuentros en los barrios. Propuso un escenario masivo de reconocimiento e integración de jóvenes y adultos.
9 El Seminario de Periodismo contó con la convergencia de múltiples instituciones como: Comfama, Comfenalco, Paisa Joven, Universidad de Medellín, Universidad de Antioquia, Político Jaime Isaza Cadavid, Fundación Universitaria Luis Amigó, Convivamos, Corporación Simón Bolívar, Periódico el Tiempo, Canal U, Comunicando Sentidos, Full Producciones, Cesde, Platohedro, Alcaldía de Medellín entre otros.
10 Expresión de Ana Lucía Cárdenas (ex trabajadora de Región) cuando se refirió a Urbánicos durante el conversatorio sobre comunicación.
11 Campaña en contra de la discriminación y el Racismo, surge como iniciativa juvenil, en el marco de los programa de juventud en Terres de Homme Suiza. En Región, este programa es desarrollado en coordinación con el Seminario de Periodismo Juvenil hasta que en 2010, por iniciativa de un grupo de jóvenes, se constituye en un proyecto autónomo.
12 Estrategia metodológica que en coordinación con la Escuela de Ambientes Virtuales de la Universidad Pontificia Bolivariana y, posteriormente la participación de Fundación Desarrollo Comunitario de Barcelona. Región e Imagine coincidieron en concertar estrategias pedagogícas dirigida a juventud en torno a la paz, el derecho a la ciudad y las tecnologías de información y comunicación. Si bien, no se cumplió el objetivo de las TIC´s, se fundó un referente pedagógico que, a partir del enfoque de las capacidades, se centrará en la apropiación y no en el uso. Una perspectiva a la que no logramos generarle espacio de discusión porque en el centro, está el debate sobre la instrucción, la alfabetización y la formación de competencias, planteando un giro a los enfoques pedagógicos.

 

 

 

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