La Paz Total está en borrador y propone un camino escarpado y hasta ahora inexplorado; sin embargo, es necesaria... Estamos ante un horizonte por construir para que algún día lleguemos a ser realmente una potencia mundial de la vida y de la paz.
Al presidente Gustavo Petro, a la vicepresidenta Francia Márquez y a todo el gabinete, les deseamos una gestión rigurosa, coherente, transformadora y efectiva... Anhelamos que los más de 50 millones de ciudadanos y ciudadanas, habitantes de este país, tengamos una vida buena, y seamos capaces de construir la Colombia de lo posible.
Necesitamos voluntad política y compromisos reales para materializar las medidas de no repetición, y en esto, las organizaciones sociales tenemos mucho que aportar, gracias a nuestra experiencia en procesos de incidencia política. Ahí también está nuestro compromiso con la verdad.
Queremos promover el cambio hacia un mejor control al ejercicio del poder, para favorecer el bien común y la construcción de paz.
Volvimos a los municipios, a las veredas y a los barrios para vernos con todas las personas que le dan sentido a nuestro trabajo. Llegamos a las escuelas, retomamos los encuentros comunitarios, salimos a las calles, recorrimos la ciudad, atravesamos ríos, nos sentamos ante nuevas mesas y, al fin, nos volvimos a abrazar.
La nuestra es una invitación a propiciar un contexto favorable que nos permita plantearnos las preguntas de fondo, pues uno de los principales problemas de lo que pasa en Medellín es que no hemos logrado determinar cuál es el centro del debate.
Que seamos una sociedad más solidaria, capaz de indignarse y movilizarse ante el padecimiento de los más vulnerables, dispuesta a respetar las diferencias, tramitar pacíficamente los conflictos, perdonar y reconciliarse. Que seamos un país más justo, donde cada persona pueda construir su vida querida.
Para la Corporación Región, la Paz es un propósito vigente y queremos llamar a todas las personas, comunidades, movimientos y organizaciones, a mantener y avivar la esperanza para retomar el espíritu del Acuerdo, pues seguimos creyendo que ofrece vías de transformación democrática para toda la sociedad.
Necesitamos emociones colectivas que impulsen la construcción de vínculos basados en el reconocimiento y el respeto, que sean motor de transformaciones, que nos permitan construir proyectos políticos garantes del bienestar de todas las personas, que sean espacios para la manifestación de lo que pensamos y sentimos, en donde podamos tramitar de manera dialogada las diferencias y conflictos.