Editorial
A finales de los ochenta nació la Corporación Región. La oposición a cualquier expresión y justificación de lucha armada, la convicción de que la democracia tenía que ser ante todo una forma de vida, la disposición a relacionarnos no sólo con el Estado sino a aportar a su trasformación desde lo local, la intención de poner nuestra palabra en los medios masivos de comunicación y la decisión de ser un actor social y político con voz propia, fueron nuestros acuerdos fundantes. El acuerdo de paz firmado con algunos grupos guerrilleros y la convocatoria a una Asamblea Nacional Constituyente, que emergían como una gran esperanza de paz y cambio, también marcaron nuestro devenir. Desde entonces la apuesta por la paz ha sido un eje central de nuestro accionar.
Hoy, como hace 27 años, consideramos que la salida negociada es la única vía posible para la terminación de la guerra. Nada justifica la continuidad de una confrontación militar que ha dejado millones de víctimas y ha causado el detrimento de asuntos esenciales a la democracia y el desarrollo, como la participación y la equidad.
El Nuevo Acuerdo logrado entre el Gobierno y las Farc significa la posibilidad del cese de la confrontación armada y el camino expedito para que la política tome el lugar que antes ocupaban las armas. Constituye una oportunidad no solo para llegar a la salida negociada del conflicto armado y para que la guerra que nos ha acompañado en las últimas cinco décadas llegue a su fin, sino para profundizar la democracia; para que temas históricos como el de desarrollo agrario y la participación política sean incorporados a la agenda social; para que las víctimas, que no habían sido consideradas en ninguna de la negociaciones anteriores, sean escuchadas y reparadas; para que la reconciliación sea un horizonte posible.
Sabemos claramente que se trata de una paz imperfecta. Su alto nivel de complejidad ofrece grandes dudas acerca de su implementación y, como si fuera poco, no es posible tener la certeza absoluta de que tanto el gobierno como la guerrilla vayan a respetar su palabra. No obstante, creemos que es preferible emprender este camino y atrevernos a imaginar, aun con altos niveles de incertidumbre, una vida en paz.
Pero la paz trasciende la esfera de las dinámicas militares y la lógica de los guerreros. Una paz estable y duradera no se logra con la sola firma del Acuerdo de La Habana. Se requiere de un gran compromiso de la sociedad y sus instituciones. Que la sociedad entera se implique y que la paz sea, además de un deber y una política de Estado, un nuevo pacto de la sociedad que regule nuestras maneras de relacionarnos, de tramitar los conflictos, de aceptar las diferencias en el pensar y el hacer. Nuestro nuevo Plan Institucional, Nuestro plan es la paz 2016-2019, apunta a esto: a aportar a la construcción de ciudadanías, de relaciones sociales, de imaginarios, de instituciones públicas favorable a la paz desde los territorios. Este será el norte de nuestro quehacer y el sello de nuestro compromiso con este horizonte. (Ver: Nuestro Plan es la Paz).
Como una contribución a la necesaria reflexividad que exige este horizonte, esta edición de nuestra revista Desde la Región presenta una serie de artículos sobre los retos y las capacidades que supone la construcción de paz: Rafael Grasa analiza las implicaciones que un eventual posacuerdo trae para la institucionalidad pública y la democracia local, Lina Correa y Sandra González profundizan sobre un punto nodal para entender el conflicto armado y su tramitación: el desarrollo agrario y las tierras; Camila Moreno, ofrece insumos para comprender el difícil tema de la Justicia transicional como el corazón de estos acuerdos; y Max Yuri Gil, pone de presente el debate y las tensiones entre un agenda de paz y la llamada agenda social, las reivindicaciones históricas de los movimientos sociales y la agenda de la negociación. Se trata de debates que, más allá de la coyuntura, interpelan a fondo los desafíos de sociedades en tránsito hacia la democracia, hacia la paz. Una segunda entrega girará en torno a las capacidades para la construcción de paz. Allí queremos compartir algunas experiencias institucionales que, a nuestro modo de ver, son parte del equipaje con el que contamos como sociedad para enfrentar este gran reto: la memoria, la mediación de conflictos, la economía solidaria, la formación de ciudadanías para la paz, como potentes ejes temáticos y experienciales para la construcción de paz.
Una publicación abierta y dinámica
Tenemos una novedad: a partir de esta edición migramos al formato de revista digital. Desde hace algunos años venimos apostándole fuertemente a estrategias y a acciones de comunicación digital, creemos en las múltiples posibilidades que ofrecen la web y las redes sociales; y si bien hemos reconocido las falencias que en estos medios se instalan y la necesidad de combinar diversas formas de comunicar, creemos que la revista Desde la Región tendrá mayor alcance y dinamismo si nos sumamos a la tendencia de las revistas digitales, pues esto nos permitirá el ingreso a bases de datos y bibliotecas digitales, mayor divulgación de los artículos en redes sociales y la posibilidad de una revista que pueda enriquecerse a través de la interacción con quienes nos leen y de la publicación de nuevos artículos académicos, periodísticos y de análisis que, en medio de las coyunturas que ya acostumbramos habitar, puedan surgir y nutrir el conjunto de reflexión que en cada edición propondremos. Esa es nuestra apuesta editorial: apertura, dinamismo, transformación.
