Por: Gloria Ramírez*
Porque la guerra no es un ejemplo a seguir, y nosotros, a través de la memoria, luchamos por la paz de nuestro país.
Desde que el sonido de las balas comenzó a retumbar en las calles y en las montañas de Granada, decidimos unirnos para decirle no a la guerra. Aunque no pronunciábamos ni una palabra, nuestro silencio decía mil cosas. No queríamos hacer parte de esa confrontación armada que desangró a nuestra comunidad.
No sabíamos qué hacer: ¿dejar nuestro terruño o seguir adelante hasta donde la vida nos permitiera continuar? Lo más duro fue ver cómo la violencia se llevaba nuestros sueños de pueblo. Era muy doloroso ver que nuestros niños perdían su infancia por huir de una guerra que no pedimos pero que llegó sin dar tregua. Unos 128 niños quedaron huérfanos.
Entre 1987 y 2004, Granada fue escenario de un cruel conflicto armado entre guerrillas, paramilitares y Ejército. Durante esa época de horror, la población fue víctima de ataques armados, bombas, asesinatos, desapariciones, minas antipersona, violaciones, falsos positivos y secuestros. Las cifras son desalentadoras: la guerra dejó más de 3000 víctimas, más de 623 desaparecidos, un 97% de la población rural desplazada y, como si fuera poco, la zona urbana quedó como un pueblo fantasma. Fuimos víctimas de todos los actores: legales e ilegales. No hubo compasión con nadie. El objetivo de los armados era sembrar el terror. Al final, la población civil fue la única perjudicada.
A pesar de esa larga historia de violencia que sacudió a nuestro municipio, los granadinos no decaímos ante tanto dolor y sufrimiento. Las instituciones lucharon día a día para demostrar su rechazo a la guerra y se unieron para mitigar, poco a poco, las secuelas del conflicto. La comunidad, aún atemorizada, no se atrevía a hablar, pero salía a marchar en silencio exigiendo un cese al fuego.
Fue así como los granadinos levantaron su voz para gritar: “¡No más, nunca más!”. La Asociación de Víctimas Unidas del Municipio de Granada (Asovida) se unió a este clamor en el 2004. Ese año, comenzamos a trabajar sin descanso por la defensa de los Derechos Humanos y la reconstrucción de la memoria de las víctimas del conflicto armado. Desde la organización, siempre hemos creído que la paz es un derecho y que nuestro deber como ciudadanos es luchar por ella.
Cuando nadie le apostaba a los procesos de memoria, Asovida demostró que es posible luchar para que se sepa lo que sucedió y el horror de la guerra no se repita. El Salón del Nunca Más, que abrió sus puertas en julio de 2009, es la prueba de nuestro esfuerzo por resistir y no olvidar lo que nos pasó. Con este espacio queremos decir que la vida es lo más valioso y que la memoria es el camino que nos conduce a la verdad, la justicia y la reparación.
Siempre hemos creído en la reconciliación de los colombianos, en la tolerancia y en el respeto por la palabra del otro. Estamos convencidos de que en Colombia se puede vivir en paz, sin armas. El diálogo es la única vía que nos permite compartir nuestros puntos de vista y llegar a acuerdos.
Somos víctimas que trabajan unidas. Somos ejemplo de superación y resiliencia. Hemos logrado trascender con esfuerzo y dedicación, luchando día a día, construyendo proyectos y procesos que le dan voz a los más vulnerables. Cada uno de los integrantes de esta organización asume el papel de constructor de paz. Nos formamos políticamente para que nadie opine por nosotros.
Seguiremos combatiendo la indiferencia, recordando que nuestros seres queridos no son simples números que engrosan las estadísticas de la guerra, son seres humanos que hicieron parte de la historia de Granada, y nuestro deber es dignificar su memoria. Seguiremos enseñándoles a nuestros niños que la paz es un asunto de todos, que se construye desde nuestras familias con pequeñas acciones, como las que ha hecho Asovida en los últimos doce años. Queremos que ellos sepan que lo material no es lo más importante. Los más jóvenes deben valorar la vida y trabajar unidos por un mismo fin: la paz en nuestro territorio.
Estamos preparados para el posconflicto y dispuestos a replicar experiencias de reconciliación, es lo único que nos llena de esperanza. No queremos escuchar de nuevo el sonido de las balas. No será un camino fácil, pero tenemos fe en que podemos forjar las condiciones necesarias para alcanzar una paz verdadera con justicia social.
Soñamos con un municipio que siga demostrando su valentía y tenacidad para superar todos los obstáculos que lleguen. Soñamos con ver a nuestros campesinos en su territorio cosechando su propio alimento.
Pueblo que trabaja unido, permanece unido y ni las más duras batallas podrán vencerlo. Ese será el más grande legado que le dejaremos a nuestras futuras generaciones: el orgullo de haber trabajado juntos por la memoria y los derechos de todos los granadinos.
Autora
* Gloria Ramírez
Representante legal de Asovida